Es bien conocida la frase de Napoleón: “cuando la China despierte, Europa temblará”. Pues bien: habría que decir que la China hace rato despertó, y que no solo Europa sino todo el mundo está temblando por estos días.
Su iniciativa, lanzada en 2013 y conocida como la “nueva ruta de la seda” o “cinturón y ruta”, es probablemente la apuesta geopolítica más ambiciosa que se ha presentado en el mundo, después del Plan Marshall para reconstruir a Europa luego de los estragos de la II guerra mundial.
¿De qué trata? ¿Cuáles son las ventajas y cuales los riesgos para un país como Colombia, en esta partida de ajedrez de la geopolítica mundial?
Es una propuesta que la China le está haciendo a prácticamente todo el mundo (América Latina entró en el juego a partir del 2015), por la cual la China ofrece financiar, construir y, operar si es del caso, un gigantesco programa de inversiones de infraestructura cuyo valor asciende a US$3,67 billones de dólares (miles de billones) de los cuales ya van ejecutados US$13.387 millones.
Frente a Estados Unidos que amenaza con una guerra comercial a base de elevar aranceles allí donde no está de buen humor Trump, la China ha resuelto presentarse como el gran financiador de la puesta al día de la infraestructura en el mundo, desde ferrocarriles hasta aeropuertos, desde carreteras hasta hidroeléctricas y alta tecnología.
La China está firmando memorandos de entendimiento con todo el mundo. Es, a la fecha, su gran carta diplomática con la cual busca contrarrestar el poder de los Estados Unidos y jugar en grande por su preeminencia planetaria.
Según noticias que circularon la semana pasada -cuando tuvo lugar una cumbre de la “ruta de la seda” en Pekín- en América Latina ya han ingresado a esta iniciativa Ecuador, Panamá, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Perú, Argentina, y diversos países de las Antillas.
Colombia, sin embargo, tiene el proyecto de memorando de entendimiento desde hace varios meses a consideración de su Cancillería. Siendo uno de los pocos países de la región que no ha ingresado al esquema de la nueva ruta de la seda.
¿Por qué no lo ha hecho?
Convertir a la China en socio privilegiado del desarrollo de nuestra infraestructura es algo aparentemente interesante, pero puede tener riesgos ocultos muy delicados.
Detrás del paquete de créditos aparentemente muy atractivos para desarrollar la infraestructura, suelen ir condicionamientos que en la práctica eliminan los procesos de licitaciones y de concursos que exigen las normas de contratación. Y obligan al país que toma el crédito a que contrate la obra pública exclusivamente con la China. Esto por supuesto plantea graves escollos jurídicos y políticos.
El Presidente Xi Jinping ha hecho de esta iniciativa su principal carta de presentación. Y con ella de la mano está jugando fuerte en todos los escenarios internacionales. Hace poco logró por ejemplo que Italia- rompiendo reservas que rodeaban en la Unión Europea frente a la iniciativa de la nueva ruta de la seda-entrara al esquema.
Pero, claro, China tiene aspiraciones planetarias grandes para plantarle cara a los Estados Unidos; y ahora las está desvelando sin ningún tapujo. El debate que se ha planteado en torno a la firma Huawei es un buen ejemplo.
Recordemos que en busca de garantizar su seguridad alimentaria ya se ha apoderado de casi una cuarta parte de la tierra arable en el África, y buscando garantizarse de las riquezas pesqueras, cada vez actúan más agresivamente. Hace poco se conoció, por ejemplo, la noticia de que el Ecuador tuvo necesidad de desplegar su fuerza naval para defender su soberanía ictiológica ante una verdadera invasión de 245 buques pesqueros chinos en aguas territoriales ecuatorianas, que estaban faenando en las inmediaciones de las islas galápagos.
Frente al hirsuto bilateralismo de Trump que está rompiendo con todos los esquemas de multilateralismo comercial esmeradamente construidos en la posguerra, con la elevación de aranceles y las permanentes amenazas de retaliaciones comerciales, los chinos se presentan como los grandes aliados del multilateralismo y de la libertad de comercio.
Pero atención: detrás de tanta amabilidad comercial puede haber gato encerrado. Y por eso es bueno que nuestra cancillería estudie con cuidado nuestra adhesión el esquema de la nueva ruta de la seda. Sin tragar entero.