LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Junio de 2013

Conversaciones sin futuro 

 

En junio del año pasado el presidente Santos informó que desde hacía varios meses el Gobierno sostenía “conversaciones exploratorias” con las Farc con miras a un proceso de paz, el cuarto desde los fracasados de Betancur (1982), de Gaviria (Caracas y Tlaxcala) (1991) y de Pastrana (1998). También dijo el Presidente que este proceso sería “diferente porque las conversaciones no tendrán un tiempo ilimitado. Se medirá(n) en meses, no en años… incluye la dejación de las armas”. "Yo esperaría que si hay voluntad, en seis u ocho meses podamos decir que terminamos la segunda fase, se pueda decir que se ha terminado oficialmente el conflicto". Más tarde este plazo fue ampliados por el Presidente a noviembre de 2013:“Esto no puede ser un proceso de años sino de meses. Es decir, esto debe durar no más allá del año entrante, noviembre del año entrante a más tardar, diría que antes".

Bueno, ya hace un año de esto y las conversaciones apenas han avanzado. El primer punto de la agenda, “Política de desarrollo agrario integral”, culminó con unas conclusiones en las que más fue lo que se dejó para decidir posteriormente, que lo que se convino. Ahora se entró en el tema de la “Participación política”, tema álgido pues las Farc quieren cambiar la estructura constitucional del país. No es solo que violadores de los derechos humanos (genocidio, terrorismo, reclutamiento de menores, etc.) sean indultados y puedan acceder a cargos de elección popular, sino que pretenden, como lo acaban de manifestar las Farc en las llamadas diez propuestas mínimas para la participación política, donde piden, mejor, exigen, que se cambie el sistema presidencialista del país (¿por un sistema como el castrista?), que se garantice la participación “de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, así como de otros sectores sociales excluidos”, que haya una participación popular en la planeación y política económica, todo esto sin precisarlo pero que podemos imaginar, proceso que culminaría en una asamblea constituyente. En otras palabras, 8.000 guerrilleros quieren transformar el Estado colombiano según sus concepciones políticas y económicas, que todos conocemos y cuyos resultados hemos visto en la Unión Soviética, Cuba y ahora Venezuela. Desde el principio muchos analistas y políticos revelaron graves falencias en el proceso, comenzando por el tiempo que tomaría y que consideraron que no sería de meses como el Presidente esperaba. Entre más demore, mejor para las Farc. Las diez propuestas mencionadas son prueba fehaciente. Tomemos la asamblea constituyente o el desechar el sistema presidencial. Santos rechazó categóricamente una constituyente desde el principio. Las Farc la consideran esencial. Ya aquí hay para varios meses de discusiones. ¿Aceptará la comisión negociadora oficial debatir el modificar el sistema democrático del país o que la guerrilla no se desarme? Tenemos para rato y se llegará a nada.