General Antonio Sánchez Vargas
Debimos despedir este fin de semana al brigadier general Antonio Sánchez Vargas, destacado oficial de la Policía Nacional quien falleció dejando gran congoja familiar y agobio en los amigos. Llega a su partida este noble oficial, un cúmulo de recuerdos, enseñanzas y ejemplos dignos de imitar y me propongo en esta nota ofrendarle un tributo de admiración, unido al respeto de quien fuera mi superior y me brindara amistad incondicional a lo largo del tiempo.
Podría extenderme en elogios haciendo un recuento pormenorizado, de sus servicios en bien de la sociedad prestados desde las filas institucionales, soportado en su hoja de vida, testigo mudo del quehacer profesional, documento escrito a varias manos pues contiene calificaciones y conceptos de oficiales en número representativo, bajo cuyo mando laboró el oficial, pero sería tarea fácil y superficial pues fueron muchas las páginas escritas con el trasegar del general Sánchez Vargas, por lo tanto me referiré al hombre, al oficial, al superior y al amigo, buscando objetividad en mis apreciaciones hacia tan especial persona.
De estirpe campesina con ancestro boyacense dejó el terruño para ingresar a la Escuela de Policía General Santander, sin otro objetivo que hacerse oficial de la institución para cristalizar el sueño de servir a la sociedad, nunca quiso ser nada diferente, y su vocación le vino sustentada en ese espíritu de sacrificio que lo acompañó toda la vida. Ya graduado como subteniente en el Alma Mater de la institución, el 5 de diciembre del año 1963 con un puñado de jóvenes compañeros inició la vida profesional, destacándose en el empeño por cumplirle a la Policía como el mejor representante ante la comunidad, los éxitos no se hicieron esperar y los reconocimientos mucho menos; fedatarios tácitos son las condecoraciones, felicitaciones y exaltaciones cosechadas a lo largo de la carrera policial, que como lo dije en un principio, reposan en la memoria profesional de Sánchez Vargas. Qué decir del superior, a su paso fue dejando una huella de ejemplo, seriedad y preocupación por el servicio, obligando los hombres puestos bajo su mando a llevar una vida profesional tan equitativa como la del jefe, inspirador de iniciativas, motivador de grandes empresas, faro de objetivos profesionales y personales, los subalternos que pudimos recibir sus luces, recogimos el compendio del ser, heredando las probidades que fueron muchas, entre ellas un carácter férreo y luchador, secreto guardado de los éxitos del General.
Nos queda hablar del amigo, dualidad espinosa, porque fungir de superior y amigo es tarea difícil, pero él la volvió realizable sabiendo diferenciar los espacios, seguramente sus compañeros podrán enfocar el tema mejor que yo; en este momento solo puedo evocar las palabras de mi general Rosso José Serrano en las honras fúnebres “Adiós mi amigo, mi compañero, mi general”.