Al servicio de Dios y de la Patria
Escribí en anterior artículo:“Me entusiasma la Iglesia (El Nuevo Siglo 22-07-12). Hoy, a pocos días de haber culminado reciente Asamblea de la Conferencia Episcopal de Colombia, me ratifico en ese sentimiento. Ver consagrados noventa obispos de nuestra Patria en torno de temas de gran interés nacional y eclesial, y constatar que no estaban improvisando sino hablando de situaciones concretas en la región en la que está cada cual comprometido con sus gentes, da entusiasmo de verdad.
Hubo sesiones dedicadas a actualizar para Colombia normasque el Derecho Canónico de la Iglesia deja para aplicación a los distintos países, labor realizada con gran responsabilidad. El tema de la atención a las parejas que tienen causales para demandar ante los Tribunales Eclesiásticos la validez de su matrimonio contraído con graves fallas llamó la atención, y está bien, para que se sepa que es un derecho y deber de esas personas interponer tal recurso, y que la Iglesia las atiende con maternal solicitud. Otros temas como el de la educación religiosa, que quedó consagrada en la Constitución del 91, y la actualizada formación para el Sacerdocio y la Vida Religiosa, merecieron nuevos aportes para que se cumplan y tengan benéficos resultados.
Ver a todo el Episcopado consagrado, por dos días, a profundizar en grandes temas nacionales como el de la minería y el impacto ecológico de ella, así como la construcción de grandes hidroeléctricas en distintas zonas del país, fue motivo de gran complacencia. Pude ver una Iglesia comprometida por asuntos que interesan a nuestras comunidades, con presencia de auténtico sentido cristiano, sea en las realizaciones como en las justas protestas ante abusos o depredaciones.
Palpar el conocimiento, a fondo, de cada Obispo, de la problemática de sus regiones y su deseo de influir en forma correcta y eficiente, es algo que complace, ciertamente. La complicada situación que se crea en lo minero y en lo energético trae graves impactos negativos, en torno de los cuales hay intereses particulares desbordados, ante los cuales se requiere máxima vigilancia.
Ubicarse en cerrada oposición ante los avances, no es lo correcto, pero que se les abra paso a ellos sin un bien balanceado estudio de los pro y los contra, tampoco. Hay qué estar alerta ante la destrucción irresponsable de fuentes de agua o arrasamiento de centenares de hectáreas que serian fuente de riqueza agrícola y del desplazamiento de familias sin darles equitativas recompensas. Son aspectos que es preciso vigilar e impedir su perpetración. Ante ello se deben crear espacios de diálogos civilizados, pacíficos, y bien controladas protestas, sin permitir que los agitadores de profesión, que no buscan solución sino agravar los problemas, se adueñen dañinamente de justas causas.
Fue importante en la Asamblea del Episcopado recibir la visita del Presidente de la República para oírle su planteamiento sobre resultados en pro del país, que él trata de presentar como los mejores, pero también para exponerle, con franqueza, todas esas graves problemáticas que se habían analizado en nuestra sesiones precedentes. Conveniente que se le dijera, que es mucho, pero mucho lo que falta por atender en la línea del progreso de Colombia, más importante que reformas y contrarreformas y proyectos suntuosos, en medio de lo cual aparecen tantos interese personales y políticos más que el bien de toda la Nación.
Una Iglesia comprometida en la Evangelización, y como repercusión de ella en el bien general, así se la quiera marginar en un “Estado Laico”, una Iglesia que está haciendo presencia efectiva en el avance real del país, esa Iglesia nos entusiasma, pues está, de verdad, al servicio de Dios y de la Patria.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional