Colombia sigue siendo un país con los costos salariales y extrasalariales relativamente altos en la región, lo cual sugiere la necesidad de seguir promoviendo políticas que reduzcan estos costos y dinamicen la formalidad en la economía, concluye un estudio de Fedesarrollo y ACRIP sobre el tema.
En los países de América Latina se han promovido políticas para disminuir las cargas empresariales asociadas a la nómina y se han encontrado impactos positivos sobre la formalidad.
En el caso colombiano, la reforma tributaria de 2012 restringió la carga tributaria por concepto de salud, SENA e ICBF.
A partir de entonces, el empleo formal ha venido creciendo y actualmente en las 13 ciudades principales la formalidad supera la informalidad (53,0% vs. 47,0%).
Más aún, se encuentra evidencia de que la reforma redujo en 4,8 puntos porcentuales la tasa de informalidad en las principales áreas metropolitanas. Sin embargo, todavía existen cargas impositivas que hacen que el costo final de contratar a un trabajador sea alto en Colombia.
Al analizar las cifras presentadas por el DANE, se evidencia que la informalidad en Colombia ha presentado una trayectoria decreciente en los últimos años.
Para el trimestre noviembre 2017 – enero 2018, la proporción de ocupados informales en las 13 y 23 ciudades principales se ubicó en 47,2% y 48,1%, respectivamente, y representan los niveles más bajos desde que se tienen registros, lo cual resulta particularmente destacable en un contexto de desaceleración económica como el que ha enfrentado la economía colombiana tras el desplome del precio del petróleo de 2014.
Según el estudio, existe una heterogeneidad considerable entre los países: mientras que en Argentina, Brasil y Perú el costo es alrededor del 70% del salario promedio, en países como Trinidad y Tobago, Jamaica y Chile representa menos del 40%.
En el caso de Colombia, el costo está por encima del promedio de América Latina y el Caribe y se ubica en 53,4%, lo que posiciona al país como el séptimo con los costos no salariales más altos de la región.
En el país el indicador es preocupante porque formalizar un trabajador cuesta 116,7% de su ingreso informal, siendo así el segundo país más costoso de la región.
El hecho de que Colombia pase del séptimo al segundo puesto en este indicador, se explica únicamente por las diferencias entre el salario formal y el ingreso informal. De hecho, según los cálculos, el país presenta la brecha más grande dentro de la muestra de la región: el salario formal anual es US$14.932 y el ingreso informal es US$6.841, es decir, 2,2 veces inferior.