El café colombiano pasa por muy buen momento, pero hay que tener precauciones. Por un lado, resulta positivo que en la Bolsa de Nueva York la libra del grano nacional se haya cotizado el miércoles pasado en 3,23 dólares (ayer fue feriado en Estados Unidos y el mercado estuvo cerrado), valor que no se alcanzaba hace trece años. Y esto de inmediato se reflejó en los precios que se reconocen a los productores internos, ya que la carga de 125 kilogramos también batió récord: $2.785.000.
Es claro que este fortalecimiento se debe, en buena parte, a los problemas de producción por cuestiones climáticas en Vietnam y Brasil, lo que ha impactado los flujos de oferta y demanda mundiales, favoreciendo al grano de nuestro país que, por su alta calidad, tiene además una prima adicional.
Sin embargo, y este es un segundo elemento clave en la coyuntura, Colombia tiene la ventaja de que acaba de terminar un buen año cafetero en el que la producción rozó los 13 millones de sacos, un 20% más que en el anterior periodo. A ello se suma que las exportaciones crecieron un 15%, al despachar más de 11,8 millones de sacos. Incluso, las importaciones del grano cayeron más de un 54% entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, lo que también constituye un indicador positivo. Tampoco se puede desconocer que el fortalecimiento del dólar en las últimas semanas ha empujado este pico de rentabilidad.
Todo lo anterior, explica por qué el café fue el producto clave dentro del sorprendente crecimiento del sector agro en el PIB del tercer trimestre, en donde se erigió, una vez más, como el rubro de mejor desempeño.
Así las cosas, es evidente que las más de 550.000 familias cultivadoras están viendo una mejora en sus ingresos y empiezan a recuperarse de un periodo muy complicado en el anterior año cafetero.
Precisamente, por ello es que hablar de una “bonanza” no es un término apropiado para lo que está sucediendo, toda vez que esta es una actividad de ciclo productivo largo, en donde suelen presentarse altibajos, a diferencia de otros cultivos de periodos de cosecha más cortos, en donde la coyuntura de precios altos tiene un mayor impacto en el día a día del productor.
Por otro lado, si bien el país está consolidado como el segundo productor de café arábica en el mundo, detrás de Brasil, y se ubica tercero en el ranking global cuando se incluye la variedad robusta, no es claro hasta cuándo pueda ir esta época de precios excepcionalmente altos. Por ahora, a nivel interno ha sido beneficioso que en el arranque del nuevo año cafetero 2024-2025 la recolección de la cosecha principal se haya visto rodeada de una temporada de lluvias regular.
De allí, entonces, que este gremio debe aprovechar esta época de vacas gordas para fortalecer la producción y la caficultura en general. Por ejemplo, las metas de renovación anual de cafetales se han ido recuperando, al punto de ponerse por encima de las cien mil hectáreas. Es necesario seguir trabajando para alcanzar una media del 20%, ya que esto garantiza mantener la calidad del grano y el valor adicional en los mercados externos.
De igual manera, hay que precaver desde ya las contingencias climáticas de fin y comienzos de año. Tal como lo indicara el Ideam a este Diario, ya es difícil que se declare en 2024 la presencia del fenómeno de La Niña y no se sabe si en el primer semestre de 2025 se concretará.
También hay que mantener todas las alertas prendidas en torno a lo que pueda pasar con la cotización del dólar en las próximas semanas. Las coyunturas geopolíticas y económicas son muchas e impactan la tasa de cambio de forma cada vez más frecuente.
Asimismo, es imperativo fortalecer la presencia en mercados consolidados, pero también jugarse con más audacia y decisión a otros emergentes y muy interesantes, como es el caso de China −la mayor apuesta en estos momentos−, Emiratos Árabes o Indonesia. La demanda del grano a nivel mundial está creciendo y Colombia tiene que posicionarse mejor en ese escenario tan cambiante.
Pero nada de todo lo anterior será posible si el Gobierno que, por razones típicamente subjetivas y políticas ha tenido varios cortocircuitos con la institucionalidad de la Fedecafé, no morigera esa postura y trabaja de forma más coordinada y proactiva con una actividad que sigue demostrando resiliencia, rentabilidad y un fuerte impacto socioeconómico regional. No es momento de pleitos de menor calado ni de revanchismos ideológicos por parte del Ejecutivo. Es momento de apostar más en grande por el café.