La deriva del Congreso | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Junio de 2024

* Radiografía de una legislatura ruinosa

* Bandazos del Gobierno en las reformas

Faltando tres días para finalizar la segunda legislatura el resultado parlamentario promete ser bastante mediocre, si no malo. Todo porque la falta de una articulación política juiciosa, por los impactantes escándalos de corrupción, por el mal tono de las discusiones, en fin, por las trastadas reglamentarias, la violación del régimen de bancadas, el pisoteo de la concertación, la carencia de garantías, solo para citar unos pocos patrones de conducta en el Congreso, han sido el motivo de la actual ruina legislativa.

Son, pues, múltiples las evidencias de que no se ha tomado con la debida seriedad la hechura de la ley. Por el contrario, al proceder de manera tan desfachatada, sin el tino que exige una actividad de semejante categoría, el Parlamento ha demostrado no estar a la altura de sus responsabilidades. Y no es bueno que ello esté ocurriendo, porque precisamente uno de los piñones de la democracia consiste en que se logre una legislación de calidad, que evite las confusiones y le permita al ciudadano saber a qué atenerse.

Allí radica, naturalmente, la importancia de esta rama del poder público. Pero acaso no solo por eso. También porque ella puede catalogarse como la principal de las tres en vigor, pues las otras dos, la Ejecutiva y la Jurisdiccional, deben mucha de sus acciones a lo que se determine en el Congreso.

En efecto, ya quedó visto, como gravísima secuela de esta legislatura, el desbarajuste en que quedó el sistema de salud de los colombianos (antes registrado entre los mejores del mundo). Durante año y medio se abocó la discusión, bajo una supuesta reforma, incluso necesaria en algunos aspectos, que se llevaría a cabo dentro de las normales atribuciones parlamentarias. Pero el resultado final es por supuesto lamentable. Y en este caso, ciertamente, no porque el Congreso no hubiera actuado dentro de los canales que les son propios, sino a raíz de que, no contento el gobierno con la actuación mayoritaria de los parlamentarios y dedicado a torpedear la concertación, decidió adelantar la dicha reforma por la puerta de atrás.

Se dedicó, entonces y por anticipado, a emitir todo tipo de decretos. Asimismo, produjo una serie de intervenciones a las EPS, después de no girarles los montos que las pusieron en estado cataléptico y al borde de la disolución. Hoy muchas de las más grandes están intervenidas y las otras han tirado la toalla, en vista de la inviabilidad de su financiación y funcionamiento. En fin, todo pareció más bien resultado de una vindicta contra el modelo de las alianzas público-privadas y que, por el contrario, ahora se desestiman para entronizar a un Estado que no está preparado, ni tiene la energía demostrada cuando actúa en conjunto con los particulares en procura del bienestar general. De hecho, al final de tamaño desgaste el gobierno anunció que presentaría una nueva ley. ¿Y entonces para qué tanta pérdida de tiempo?

Podría decirse que en cierto modo es igual a lo que ocurrió con la reforma pensional recién aprobada. Luego del exabrupto que el país entero pudo comprobar en las discusiones televisadas en el canal del Congreso o emitidas en directo por los periódicos en las plataformas electrónicas, durante el trámite parlamentario del viernes pasado, todo terminó, no solo rumbo a una eventual suspensión precautelativa de la ley por vía de las demandas ante la Corte Constitucional, sino, según la misma ponente, en la necesidad de presentar una nueva ley, en la próxima legislatura, en aras de arreglar todo el desbarajuste causado por las normas aprobadas apenas días atrás.

A esto se suma, igualmente, el muy mal futuro que ya se avizora para la reforma de la educación a discutir mañana. Aunque se había logrado la concertación en el tercer debate ahora la Casa de Nariño recula y prefiere que esta se hunda, pues es la directriz perfectamente clara dada por Fecode, sindicato de maestros al cual la administración le tiembla por haber sido el financiador de su campaña presidencial y base electoral de la izquierda. De manera que actuará con la obsecuencia indicada, además porque ya le dio un golpe gubernamental certero con el alrevesado manejo dado a la salud del sector.

No es de sorprenderse, de esta manera, con que el propio gobierno siempre se ponga a sí mismo contra la pared. Es el temperamento que lo anima y la naturaleza de que está hecho. Y en eso también lleva el Parlamento, sometida la función legislativa al vaivén y los virajes oficialistas. Comprensible, pues, que bajo ese método salturario e inconsistente, tan lejano de la sindéresis legal y la hermenéutica jurídica, la hechura de la ley caiga en la estrepitosa doctrina gubernamental del chuchú-dominó. Y que por eso el Congreso ande actualmente tan sin norte y la legislación siempre a la deriva.