Albert Uderzo, adiós al genio del trazo francés | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Viernes, 27 de Marzo de 2020
Agence France Presse

UN DIBUJANTE GENIAL era el francés Albert Uderzo, quien falleció esta semana a los 92 años con la certeza que Astérix y sus turbulentos amigos galos que inventó en 1959, junto a René Goscinny, sobrevivirán mucho tiempo.

“No me reconocen por la calle. Los personajes pueden convertirse en mitos, pero no nosotros, sus padres”, afirmaba el cocreador del rival mundial de Tintín y de Mickey.

Uderzo llevaba el peso de los años con prestancia y un desapego alegre. Era un hombre poco conocido, de carácter reservado y sereno, que siempre prefirió hablar más de su trabajo que de su persona.

Apasionado de los Ferrari, con una veintena de autos que transitaron por su garaje, este hijo de inmigrantes italianos residía en una pequeña mansión de Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París.

Era rico, gracias a los 370 millones de álbumes vendidos en el mundo y traducidos a 111 lenguas y dialectos, a la quincena de filmes, a un parque de atracciones en Francia y a centenares de productos derivados.

La muerte en 1977, a los 51 años, del gran guionista René Goscinny durante una prueba de esfuerzo efectuada en un chequeo médico, lo afectó mucho. Juntos publicaron 24 álbumes. Gracias a su trabajo, el cómic conquistó al gran público.

“No me han regalado nada”

Uderzo abandonó después Dargaud, su histórica editorial, para fundar la suya propia, Albert-René, y crear ocho números en solitario de Astérix, sin contar los álbumes aniversario y las historias cortas.

“No me han regalado nada. Claro que sufro de un complejo ‘Goscinny’, pero también me lo crean”, afirmaba en alusión a la prensa, que juzgaba que sus álbumes eran de menor calidad que cuando trabaja en tándem. Sin embargo, aseguró su éxito entre el público.

Como Hergé con Tintín, Uderzo no quiso en un primer momento crear nuevos Astérix tras la muerte de Goscinny, pero acabó cambiando de parecer.

En 2011, al sufrir de un reumatismo articular en su mano derecha, pasó el relevo a autores más jóvenes, supervisando en todo momento su trabajo y suscitando de nuevo el aplauso de sus lectores.

“Mi mano no estaba hecha para este oficio”, explicaba. “¡Miren las ‘manazas’ que tengo! Son manos de charcutero, tengo los huesos grandes, como mi padre. Siempre pinté mis dibujos con pincel, cosa que requiere mucha destreza. Seguramente me dañé la mano trabajando así”.

Nacido el 25 de abril de 1927 en Fismes (norte), Uderzo tenía con 12 dedos, una anomalía corregida durante una operación. Su padre era lutier. Su infancia en París fue modesta, pero feliz.

El joven, daltónico, descubrió el dibujo en la Sociedad Parisina de Edición. Después de la Segunda Guerra Mundial, creó varios héroes como “Flamberge”, “Clopinard” y “Arys Buck”, una especie de Hércules acompañado de un pequeño camarada.

Debut fulgurante

“Vivir de los cómics era muy duro en esa época”, recordaba. “Dibujé cantidades astronómicas de planchas para llegar a fin de mes”, explicaba el dibujante.

En 1951, conoció a Goscinny, dando pie a una colaboración fraternal que se prolongó durante 26 años. Crearon primero las aventuras de “Jehan pistolet” y “Oumpah Pah”.

En 1959, en una vivienda de protección social donde vivía Uderzo, entre cigarrillos y pastís, inventaron un nuevo universo, todo en "ix". La idea vino al parecer de las estadías que el hermano mayor de Albert, Bruno, pasaba durante la guerra en la región de Bretaña (oeste), tratando de escapar del servicio de trabajo obligatorio.

Antagonista del galo viril, Astérix apareció en un primer número de la revista “Pilote” en 1959, en la página 20. La publicación voló de los quioscos.

Ese mismo año, Uderzo creó con el guionista Jean-Michel Charlier “Les aventures de Tanguy et Laverdure”, lo que fue un éxito.

Conflicto con su hija

En 1961, se publicó “Astérix el Galo”, primer álbum de una larga serie. Rápidamente, el dibujante de trazos expresivos se consagró únicamente a las aventuras del pequeño galo y su inseparable amigo Obélix.

En 2008, un conflicto opuso tristemente a Uderzo con su hija única, Sylvie. Se enfrentaron sobre la toma de control por parte de la editorial Hachette Livre del 60% de Albert-René, de la cual Sylvie posee el 40% restante.

Después de siete años de guerra abierta y procedimientos judiciales, padre e hija se reconciliaron, pero el asunto “me abatió”, afirmaba Uderzo.