El imperio español al garete | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 21 de Abril de 2019
Alberto Abello

No basta con hacer referencia a algunos antecedentes decisivos sobre la naturaleza del conflicto que libran los republicanos y realistas en Venezuela y la Nueva Granada, como el papel que cumplen los llaneros en el sangriento conflicto y las disputas por el mando de tan avezados milicianos, que con el tiempo se convierten en la fuerza principal de choque del ejército libertador. Es de recordar que los llaneros, en la guerra de guerrilla que se desata en el territorio de ambos países y sus alrededores, estuvieron luchando en ambos bandos y por lo general siguiendo al caudillo de turno, sea Boves o Páez. Y como decía el Negro Primero a Bolívar, el gran incentivo para ir al combate es el botín.

Como se sabe, estos episodios se dan en tiempos en los cuales España se encuentra ocupada por las tropas del emperador Napoleón. La acefalia de los Borbones, prisioneros del corso, es la que determina el vacío de poder en el Imperio Español en América. Las malas noticias del asalto de las tropas francesas y la ocupación de parte de la Península por sus aguerridas tropas, llegan a nuestra región y producen pánico entre los criollos y el pueblo. Se teme la consiguiente invasión francesa o inglesa, incluso, una rebelión interna de los esclavos contra los amos y la destrucción del orden social existente. 

Lo cierto es que, inicialmente, la población se mantiene a la expectativa de lo que ocurra en Europa. Entre la invasión de España en 1808, la detención de los monarcas españoles y los intentos separatistas en América, transcurren dos largos años, hasta el 20 de Julio de 1810, donde en Santa Fe de Bogotá el populacho sale a las calles el día de mercado a gritar: “Viva el rey, abajo el mal gobierno”, en referencia al Virrey Amar y Borbón, que tenían por afrancesado.

La mayor parte del clero católico se muestra leal a la monarquía, a diario se ofrecen misas por la pronta libertad de Fernando VII y el retorno al antiguo régimen. Lo mismo manifiesta la sociedad civil y la población indígena. Unos pocos trabajan por socavar el sistema.

Ecuador, Venezuela y Nueva Granada

Ecuador es la excepción. Allí se produce, el 25 de diciembre de 1808, una rebelión local inspirada en el liberalismo Ilustrado, busca el cambio desde arriba de la pirámide social, dirigida por unos cuantos terratenientes que pretenden quedarse con el poder. Al principio no encontraron mayor resistencia. Los nobles se constituyen en Junta Central de gobierno autónomo y se declararon independientes. Asume la presidencia de la Junta separatista Juan Pio Montufar, marqués de Selva Alegre. El intento independentista de la nobleza peruana es un tanto romántico y no cuenta con una base militar que lo sostenga, por lo que el presidente español Manuel Ruiz lo sofoca a sangre y fuego.

En la Nueva Granada, de las juntas patrióticas se evoluciona al gobierno federal con la Constitución de Cundinamarca, que es de corte monárquico y de transición. Esos episodios iniciales de autodeterminación se dan sin el concurso de Antonio Nariño, que estaba preso en Cartagena por considerarse elemento peligroso y quién por su prestigio local era el llamado a jugar un papel principal por esos días.

En Venezuela se da una evolución similar, al punto que Simón Bolívar, preside la misión a Londres, junto con Andrés Bello, con instrucciones de pedir apoyo para defender los derechos legítimos de Fernando VII. Otra cosa es que Bolívar, desconozca los dictados de la Junta de Caracas y decida solicitar ayuda a Londres para librar la guerra de Independencia. En cualquier caso, la rebelión popular de Venezuela se da hasta 1814.

La guerra de liberación en España

En España el pueblo libra una confusa contienda contra las tropas de Napoleón, mientras Fernando VII renuncia a la corona, lo mismo que su padre. Agobiados ambos por los errores del Príncipe de la Paz y amante de la reina, se someten al reinado de José Bonaparte. Hasta se llega al colmo del ridículo por una carta que le manda Fernando VII a Napoleón, en la que le pide que lo adopte como hijo. La decrepita nobleza cortesana de entonces, que Bolívar había conocido cuando residía en Madrid en casa de su tío Palacios junto con Mayo, que por épocas era amigo predilecto de la reina, le deja una opinión negativa y contradictoria sobre la monarquía española en tiempos de la decadencia, cuando aún no tenía una formación política definida ni conciencia de su destino.

Las naciones de Occidente viven de sorpresa con la invasión de Napoleón a España, cuando engaña a su avezada diplomacia y les hace creer que sus tropas atraviesan la Península para llegar a Portugal, cuando su verdadera intención era someter y anexar el país. Los comentaristas del mundo creían que el Imperio Español se desvanecería de inmediato y quedaría roto en varios pedazos. La sorpresa se torna en pavor cuando el corso ordena a sus tropas apoderarse de Madrid.  

La situación americana se mantiene en la incertidumbre mientras España libra la guerra de liberación. Guerra en la que el populacho lucha sin tregua en favor de la corona. La aristocracia y varios de los nobles más ricos y allegados al antiguo régimen se suman al partido de Napoleón por simple cálculo político ya que estiman que nadie podrá detener a las fuerzas del genial estratega.

En tanto, el pueblo español no se resigna a ser colonia francesa y lucha por su libertad. Se organizan juntas patrióticas en las que las bases votan por sus dirigentes para que conformen en toda España la resistencia contra el invasor. Como el país está descentralizado en la práctica desde tiempos antiguos, la toma de Madrid no significa tener el control de todo el país. Cosa distinta hubiese sido que los españoles se tomaran París, dado el reconocido centralismo francés.

Así, cada provincia y cada pueblo de España lucha con ardor por la libertad dando un ejemplo al mundo de coraje y voluntad política de defensa de su país. Napoleón, que no retrocede ante nada, resuelve ahogar en sangre la protesta de Madrid. El mariscal Joaquín Murat, su cuñado, ordena disparar contra la multitud y caen más de mil parroquianos.