Pescado, protagonista en la mesa de días Santos | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Andrés Fonseca
Miércoles, 17 de Abril de 2019
Clientes y comerciantes de la Plaza de Mercado del Restrepo opinaron sobre el consumo de este alimento y el significado que tiene para sus vidas

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Cuando se piensa en Semana Santa, casi de inmediato la asociamos con el consumo de pescado debido a la tradición religiosa alrededor de este hecho. Por esa razón, en la Plaza de Mercado del Restrepo los pasillos repletos de frutas, verduras y curiosas mercancías se encuentran solitarios. En este momento los más ruidosos y atestados son los negocios de productos marinos, los cuales evidencian el cambio alimenticio de los bogotanos en estas fechas.

Para María Ortiz, esta semana de recogimiento y reflexión contemplativa es algo que debe honrarse a nivel espiritual y alimenticio. “Yo compro el pescado siempre en estas fechas para conmemorar la tradición religiosa de la Iglesia Católica que me dejó mi familia con el fin de honrar el cuerpo de Jesucristo. Sin embargo, a veces la compra de este alimento se complica porque los precios están disparados”, afirmó.

Sin embargo, para otros este alimento es un suplemento dietario y su consumo no tiene que ver con un asunto litúrgico. “Yo como pescado porque pienso que debe estar presente en la dieta de manera recurrente y no lo hago esencialmente por un tema religioso”, aseguró para este EL NUEVO SIGLO, María Rincón, quien además cuenta que le “gusta preparar salmón y camarones sudados y al vapor, aunque debo reconocer que los precios de ambos son muy altos”.

Las vitrinas de estas zonas están llenas de bandejas de metal, donde entre enormes bloques de hielo reposan la mojarra negra, la mojarra roja, la cachama de río, el róbalo, el bagre, el pescado seco, el nicuro, la cachama de criadero, los camarones, el filete de róbalo, el pulpo, el bocachico y el filete de tilapia. De los cuales, los de mayor precio son el langostino, el salmón y el camarón, por su gran escases en el mar y sus grandes propiedades alimenticias.

Una tradición que se pierde

Los comerciantes de la Plaza de Mercado del Restrepo trabajan con una energía que parece ilimitada, uniformados con sus overoles, gorros y guantes, ensangrentados de tripas, vísceras y escamas. Aseguran que el pescado salado ya no es muy demandado porque algunos clientes fueron engañados con un tipo de culebra llamada Gío y una clase de caimán llamado Yacaré, los cuales son maquillados para que se parezcan al pescado seco.

Miguel Pioquinto es de los pocos que prefieren comer todavía pescado seco, en vez de mojarra o bagre, los cuales son los más demandados según los comerciantes del gremio. “Me gusta comer pescado salado por respeto al cuerpo de Cristo. Cuando lo preparo lo dejo un día antes en agua, con abundante sal y limón, al otro día le vuelvo a rociar zumo de limón, hago la salsa con leche y lo pongo a cocinar sobre un guiso abundante”, explicó este hombre de 58 años, quien sigue esta tradición en cada Semana Santa.

“El pescado por excelencia de la Semana Santa era el seco pero esa tradición se ha ido perdiendo. Ahora los que comen este alimento generalmente son personas mayores”, mencionó la comerciante Luz Giraldo, quien además aconseja que “las personas que compren pescado en estas fechas deben verificar que el producto tenga formas sólidas, brillo en los ojos, blancura en la carne, nitidez de colores, que no tenga protuberancias o parásitos y que el olor no sea nauseabundo”.

Luis Giraldo uno de los más antiguos comerciantes de este producto en el Restrepo, es un hombre mayor, de barba y cabellos color plata y tiene el aspecto de un mítico marinero curtido por la sal de mar. “Es importante que no se pierda la tradición de comer pescado en esta fecha porque este alimento, a diferencia de la carne y el pollo, a los cuales les inyectan hormonas, llega de manera directa a la mesa del consumidor sin ningún tipo de intervención química, lo cual beneficia mucho la salud”, detalló a para este Diario.

Competencia desleal

“Antes hacíamos una reunión para establecer los precios en época de alta demanda de este alimento, pero se dejó de hacer porque cuando la demanda era baja, los comerciantes disminuían a la mitad el valor del precio acordado y si uno les reclamaba, se formaban disputas”, dijo Miguel Quintero, otro antiguo comerciante de la plaza del Restrepo, quien además concluye que en esta época la ganancia es muy reducida.

Esta concepción no es apoyada por Jorge Fonseca, otro comerciante del sector, quien cuenta que las ventas van bien, pero a diferencia de Luz Giraldo, que vende el pescado seco desde $12.000, este lo comercializa desde $10.000. “Cada uno pone el precio del pescado y le coloca su propio porcentaje de ganancia lo que genera una difícil guerra comercial”, cuenta Fonseca.

Asimismo pasa con la mojarra, ya que este último tiene la libra a $7.000, mientras que Luis Giraldo la comercializa desde $6.000. “Esta semana ganamos por el volumen de venta, porque se vende más, pero el precio neto por libra no brinda ninguna ganancia, puesto que el mayorista nos sube los valores y ese margen se lo tenemos que adicionar al precio del consumidor final”, concluyó Giraldo al respecto.

Variedad para todos

Por último, para los ciudadanos que deseen explorar una gama más diversa de comida de mar y río, pueden acercarse a la plaza de las Flores, donde llega este alimento de todas partes del mundo, y al mercado de Samper Mendoza, el cual oferta con pescado importado desde Canadá, Chile, Argentina, Perú, Ecuador, entre otros países, con el fin de llenar de alegría y sabor los paladares más exigentes en estos días de recogimiento que ofrece la Semana Santa.