Argentina, laboratorio político | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Junio de 2019
  • Macri, con fórmula vice peronista
  • Sorpresivas movidas de candidatos

 

En momentos en que una Argentina polarizada vive intensamente la campaña con miras a las próximas elecciones presidenciales, la comunidad internacional está a la expectativa de cuál será el rumbo del país suramericano. ¿Conseguirá Mauricio Macri un segundo mandato para seguir aplicando su modelo neoliberal a ultranza? ¿Volverá, en cuerpo ajeno, Cristina Kirchner a mandar desde la Casa Rosada con su óptica populista? Por lo pronto ese país está convertido en un verdadero laboratorio político, que va de sorpresa en sorpresa por las movidas políticas más inesperadas y sorpresivas.

Macri, con una coalición de partidos proclives al neoliberalismo y la globalización, llegó al poder con la promesa de borrar del mapa al justicialismo de corte chavista que imperó en los mandatos kirchneristas, durante los cuales los recursos públicos de numerosas entidades oficiales se manejaban como caja menor de los altos funcionarios gobiernistas. Incluso todavía se escucha decir que sin los aportes en metálico del comandante Hugo Chávez ni Néstor Kirchner como tampoco su esposa se habrían podido perpetuar en el poder.

Visto todo ello la pregunta es obvia: ¿Cómo sobrevive el justicialismo peronista en Argentina? Un interrogante que se hacen no solo en los círculos políticos gauchos sino también en la academia, la diplomacia y los centros de pensamiento.

Desde una perspectiva histórica la obra de Juan Domingo Perón, un personaje providencial, comienza desde cuando ingresó a la Academia Miliar, en donde confiesa que aprendió de todo, desde lo marcial hasta dirigir equipos de trabajo y estrategia castrense, todo lo cual después aplicaría a la política. Perón, entonces, se formó, en cierta forma, bajo el modelo sanmartiniano y prusiano, al tiempo que se destacó como oficial de estado mayor y deportista.

Luego, ya como civil,  organizó sus propios cuadros sindicales y les inculcó que mandar no es ordenar, sino persuadir. El justicialismo evitó que Argentina, al culminar la Segunda Guerra Mundial, bajo la presión de emigrantes europeos y de otras naciones, derivara en modelo de izquierda. En realidad la idea social de Perón está ligada al asistencialismo de Mussolini y la organización social del nacional socialismo, como se lo confesó a Luca de Tena en Madrid, sin cometer los errores del autoritarismo europeo.

Perón triunfó en democracia contra todos los partidos tradicionales unidos. Creó la industria petrolera nacional, intentó conseguir energía atómica, fomentó el cooperativismo, la vivienda para los trabajadores, cruzó de carreteras el país, manejó los millones de la bonanza agrícola que recibió durante la Segunda Guerra Mundial y nacionalizó los ferrocarriles. Sus contradictores lo acusaron de haber malgastado gran parte de los fondos multimillonarios de la época e incluso sostuvieron que Argentina, por cuenta del populismo rampante, pasó de ser un país desarrollado a uno a la deriva y estancado.

Otra de las características de Perón es que estableció la moda de encumbrar a su pareja al poder. Lo compartió con Evita, adorada por las masas y execrada por sus contrarios. Al final un golpe militar lo expulsó al exilio y veinte años después regresó, casado ya con Isabelita, y la encumbró también. Esta vez, el líder gaucho reprimió a los montoneros de izquierda.

En el largo devenir histórico argentino volverían los militares al gobierno y luego se retornaría a la democracia. En todo ese tiempo, el justicialismo fue perseguido, se fortaleció en la lucha política y resistió todos los cambios con sus sectores militaristas, nacionalistas, sindicalistas, de izquierda y derecha. Es, por esencia, una corriente sobreviviente.

Es más, en estos momentos en Argentina se especula si la jugada de la hoy senadora Cristina Kirchner, al lanzar como fórmula presidencial a Fernando Fernández y ella en el tiquete vicepresidencial, sería como la jugada de Campora en los setenta, que después le abrió paso a la llegada, de nuevo, de Perón al poder.

Nadie sabe qué puede pasar en el futuro inmediato en Argentina. Lo cierto es que Macri, como en un festival de sorpresas, sacó ahora del ‘cubilete mágico’ de la política la candidatura de un peronista como su fórmula vicepresidencial. Nadie esperaba esa jugada de tahúr porque Miguel Ángel Pichetto es un senador peronista de corte moderado y centrista. Se estima, según sus partidarios, que podría facilitar que los votantes justicialistas adversos a la fórmula de la Kirchner en el gran Buenos Aires, sumen sus votos a Macri. Pero los críticos  advierten que este aspirante a vice carece de carisma y hasta el momento su nombre no despierta mayor entusiasmo. Sin embargo, Macri es un reconocido estratega, experto en movidas impensables, tanto en el fútbol como en la política. Es claro que sopesó todas las ventajas y desventajas de apostar por un peronista. Su alianza política Cambiemos no la tiene fácil en estos momentos pero, volviendo a la tesis del laboratorio y la alquimia política, confía en que esta la combinación le  resulte muy rentable.