Canícula europea, cada vez más intensa y precoz | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Martes, 25 de Junio de 2019
Redacción internacional con AFP
Entre 40 y 45 grados prevén que marcarán los termómetros en Francia y España este viernes

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DE las altas temperaturas de verano que se registraban hace dos décadas en Europa se ha pasado a canículas insoportables y que, según los expertos cada vez serán más intensas y precoces porque son resultado directo de un calentamiento inducido por los gases de efecto invernadero de la combustión de carbón, petróleo y gas.

Desde comienzos de semana, varios países europeos, especialmente los ubicados en el oeste del continente, ven con preocupación cómo el mercurio del termómetro vaticinando una ola de calor más fuerte e inédita para un mes de junio.

En Francia, donde la ola de calor proveniente del desierto del Sahara se instaló desde inicios de semana, las autoridades emitieron una alerta naranja en 65 departamentos del país y pidieron a los residentes tomar precauciones.

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El país sigue traumatizado por la ola de calor de agosto de 2003, a la que se le atribuye la muerte de 15.000 personas, principalmente ancianos, más vulnerables al calor.

En París, que como todas las grandes ciudades se convierten durante episodios caniculares en burbujas de calor debido al cemento, a las actividades humanas y a la falta de árboles, los residentes tomaban por asalto las piscinas municipales de la ciudad.

Según el organismo nacional de previsión meteorológica, Météo France, ayer se registraban en las horas de la tarde, en la capital francesa, 32 grados centígrados. Esta racha de calor no tiene precedentes, para un mes de junio, desde 1947 por su intensidad. 

Los expertos prevén que el termómetro siga subiendo hoy, hasta superar los 40 °C en varias localidades del este y del centro de Francia, como Besanzón, Clermont-Ferrand o Lyon, y se extenderá hasta finales de semana, al menos en el sureste del país.

 El infierno 'is coming'

En España, esta ola de calor durará al menos hasta el 1 de julio. Las temperaturas podrían alcanzar el viernes 45 °C en Gerona y 44 ºC el fin de semana en Zaragoza, ambas en el noreste del país.

"El infierno 'is coming'", anunció en su cuenta Twitter la meteoróloga Silvia Laplana, del canal público RTVE, junto a un mapa prácticamente teñido de rojo. 

"Por supuesto que en verano hace calor pero cuando hablamos de una ola de calor tan extensa e intensa, en la que, previsiblemente, se batirán récords, eso ya no es lo normal", afirmó. 

La agencia española de meteorología, AEMET, puso en alerta naranja a cinco provincias del norte para el miércoles, cuando el país comenzará a sentir el fenómeno "excepcionalmente adverso" de la ola de calor, con temperaturas de hasta 39 ºC

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La alerta se extenderá hasta el jueves, a un total de diez provincias, en el centro y el noreste, por temperaturas extremas de hasta 41 ºC

En Alemania, donde los meteorólogos han advertido que se podría romper un récord de 38,5 ºC para un mes de junio, las autoridades han impuesto restricciones de velocidad en algunos tramos de las autopistas hasta nuevo aviso, debido al riesgo de que el asfalto caliente se rompa por las temperaturas inusualmente altas.

Más al este, en Lituania, 27 personas se han ahogado en lo que va de junio entre las multitudes que acuden a lagos y ríos para refrescarse. Las temperaturas se elevan en ese país a un inusual máximo de 35,7 ºC.

Ciudades, burbujas de calor

Para los científicos no cabe duda: las canículas, cada vez más frecuentes y precoces, son un síntoma del cambio climático.

"Nuestro diagnóstico es que cada vez van a ser más precoces, más intensas y más frecuentes", advierte Jean Jouzel, ex vicepresidente del Giec (expertos del clima de la ONU).

Las canículas afectan más a las ciudades que al campo, al transformarlas en burbujas de calor debido a varios factores como los suelos artificiales, la falta de árboles y las actividades humanas.

En el campo, la vegetación utiliza la luz solar y el agua del suelo para la fotosíntesis y luego restituye a la atmósfera el agua absorbida. Durante la noche, esta "evapotranspiración" cesa.

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Pero en la ciudad, las superficies son muy impermeables y almacenan la energía solar. Durante la noche, los edificios y las calles de cemento dejan ir el calor acumulado.

El resultado es que suele hacer más calor en una ciudad que en sus suburbios, un fenómeno que se acentúa durante las canículas y durante la noche.

"Hay diferencias nocturnas de entre 2 ºC y 3 ºC de promedio anual entre París y las zonas rurales alrededor", según la agencia meteorológica Meteo France. Con altas temperaturas, la diferencia "puede ser de casi 10 ºC" en la región parisina.

A modo de ejemplo, durante la prolongada y mortífera canícula de 2003 en Francia, la temperatura diurna alcanzaba los 40 ºC y bajaba a entre 23 y 26 ºC en las zonas colindantes de la capital, pero solo a 28 ºC de promedio en el centro, según Meteo France.

Este microclima urbano "agrava los efectos (de la canícula), sobre todo durante la noche, periodo crítico en que normalmente el cuerpo humano se recupera", subraya Aude Lemonsu, científica del centro de investigación de Meteo France.

Estos islotes de calor urbano pueden acabar ampliando las consecuencias del cambio climático, que a su vez provoca la multiplicación de olas de calor, según los científicos.

 Múltiples factores

Los factores que favorecen estas "burbujas de calor" urbanas son de sobra conocidos: superficies artificiales minerales, vegetación y agua insuficientes, materiales de construcción inadecuados, actividades humanas... 

Sin olvidar el círculo vicioso del aire acondicionado: "Cuanto más refrigeramos los edificios, más calentamos el aire exterior", según Lemonsu, que aboga por un "uso razonable".

La orientación de los edificios e incluso la forma de las ciudades también son determinantes, según un estudio publicado en marzo de 2018 en la revista Physical Review Letters: cuanto más "organizadas" -como típicamente una ciudad estadounidense con calles en cuadrícula o europeas como Barcelona- más absorben el calor.

Hacer estallar la burbuja  

Si bien no hay soluciones a corto plazo para un problema de semejante envergadura, se pueden tomar algunas acciones rápidamente, como la vegetalización. 

Gracias a la sombra y a la evapotranspiración, grandes parques, cinturones verdes o pequeñas zonas con árboles permiten refrescar el aire localmente. "También podemos recurrir a los muros y los tejados vegetales que reducen el calor emitido por los edificios", según Amandine Crambes, ingeniera urbanista de la agencia medioambiental Ademe.

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Otros ejes de acción son la concepción de edificios y la cuestión sobre los modos de construcción y los materiales, sobre todo su color.

Con 26 ºC, "un tejado oscuro puede alcanzar hasta 80 ºC, el mismo en un tono claro más bien 45 ºC, y el mismo vegetal no superará los 29 ºC", explica Crambes.

Paralelamente, se están desarrollando los llamados "cool roofs", techos cubiertos de una pintura reflectante. Se están llevando a cabo tests en ciudades como Los Ángeles, que revistió las calles con una pintura blanca que absorbe menos el calor. 

Otra opción: el agua. París probó en los últimos años regar las calzadas para hacer bajar localmente la temperatura.

"Cada vez se tienen más en cuenta las formas de resistencia urbana", comenta la experta del ADEME, mencionando a la vez los obstáculos que suponen los costos financieros y los lobbies a la hora de desarrollar estas políticas.

Parques, iglesias, museos, lugares para bañarse... Ciudades como París cartografiaron "islotes de frescor" accesibles al público, útiles en periodo de canícula.

La capital francesa renueva asimismo patios de escuelas para adaptarlos al cambio climático, con fuentes, árboles y revestimientos especiales que reemplazan el asfalto.