El atolladero político de Brasil | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 16 de Junio de 2019
Redacción internacional
En medio de marchas y escándalos que involucran a ministros de gobierno, Bolsonaro busca aprobar la reforma a las jubilaciones. Lula, mientras, eventualmente podría salir de la cárcel

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BRASIL permanece en el atolladero político. La polarización, desde que Jair Bolsonaro llegó al poder hace nueve meses, ha aumentado a niveles poco antes vistos. Ni siquiera el fútbol, un catalizador del malestar social, ha podido bajar la tensión en las calles.

El viernes, en medio de la festiva inauguración de la Copa América, los detractores al proyecto de ley que impulsa Bolsonaro para modificar el sistema de jubilaciones se manifestaron en más de 200 ciudades del país. Estas marchas han venido de la mano con un malestar social por las filtraciones reveladas por The Intercept, que señalan al hoy ministro de Justicia, Sergio Moro, de estar detrás de los bloqueos -cuando era juez- para que Luiz Inácio Lula da Silva no pudiera testificar en el marco del proceso Lava Jato.

Era esperable que, tras la victoria de Bolsonaro en octubre del año pasado, la polarización en Brasil no fuera a superarse, por el tono confrontativo del Presidente, que choca con una izquierda que se opone a casi todas sus iniciativas. Han sido nueve meses de tensión permanente en las calles y una reorganización del Estado que se procesa lentamente.

A pesar de que Bolsonaro ha sufrido una bajada importante en sus índices de popularidad, es claro que su base le sigue siendo leal, independientemente de su poca gobernabilidad en el Congreso. Lo mismo ha pasado con la izquierda, que, tras la derrota de Fernando Haddad en las presidenciales de octubre de 2018, se ha puesto la tarea de salir permanentemente a la calles para mostrar su capacidad de movilización y su respaldo a Luiz Inácio Lula da Silva, hoy favorecido por las revelaciones de un medio local.

Entre tantas diferencias, presentadas muchas veces como irreconciliables por las dos partes, no ha habido espacio para los moderados o todos aquellos que no se ven representados por la ultraderecha o la izquierda radical. Es tan así que partidos como el de Fernando Cardoso, un presidente considerado como de centro, ha obtenido sus peores resultados de la historia, dejando el campo abierto para los extremistas.

La alternancia política de una izquierda radical a una derecha “dura”, ha llevado a que igualmente los ciudadanos hayan optado por defender posturas extremas, sea de un lado o del otro.

En charla con EL NUEVO SIGLO, Juan José Torres, periodista del periódico Correio de Bahía, en Brasil, explica que la polarización cada vez es más notoria en familias y grupos de amigos. El problema, dice, “es la existencia de uno y otro lado”. “Se polarizó a tal punto que ya es muy difícil encontrar un término medio”, comentó.

Las diferencias entre los partidarios de estas corrientes políticas están llevando a Brasil a un estado de incertidumbre, donde no existen espacios para el consenso o la elaboración de políticas conjuntas.

Reforma a las Providencias

Medir la gestión de Bolsonaro no es fácil, si se tiene en cuenta que su discurso fue de completo rompimiento contra las políticas que habían implementado los gobiernos socialistas que lo antecedieron. En su mandato, ha priorizado el equilibrio fiscal para controlar una deuda pública que creció sustancialmente tras la implementación de un modelo que privilegiaba altas cuotas de subsidios.

Una de las medidas más importantes ha sido la reforma a las Providencias, o a las Jubilaciones, que fue presentada por Bolsonaro para calmar a los mercados durante las elecciones de octubre de 2018. Según Paulo Guedes, ministro de Economía, conocido por ser un liberal a ultranza, esta permitirá reducir el déficit público y mejorar la confianza inversionista.

El proyecto contemplaba inicialmente un ahorro de casi 1,2 billones de reales en 10 años (más de 300.000 millones de dólares al cambio actual), pero no contó con el respaldo político y social, obligando a Guedes a reducir los recortes a 900.000 millones de reales.

Además del retiro de puntos centrales, la reforma ha generado un amplio rechazo en las calles. El viernes sindicatos y grupos sociales se movilizaron en casi 200 ciudades del país para mostrar su oposición al proyecto, visto como una vulneración directa a los derechos colectivos conseguidos durante los gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Lula, ¿libre?

Preso desde hace 10 meses, Luiz Inácio Lula da Silva ha vuelto al centro del debate en Brasil, luego de que el portal The Intercept revelara que presuntamente el hoy ministro de Justicia, Sergio Moro, había impedido que el expresidente declarara durante el juicio en su contra.

Tras las divulgaciones hechas por este medio, el Supremo Tribunal Federal (STF), encargado de tomar una decisión frente a dos recursos presentados por la defensa de Lula, ha dicho que a finales de junio dará a conocer si concede el habeas corpus solicitado hace meses.

En las conversaciones, uno de los fiscales encargados del caso Lula sugiere convocar a “una rueda de prensa para diluir el foco de la entrevista”, dice las filtraciones del medio. En este, Julio Noronha, dice: “Ya autorizó, creo que hay solo dos escenarios: a) La entrevista solo para FSP, posiblemente con el ‘circo armado y preparado’; b) intentar ampliar para otros, para que el ‘circo’ esté menos armado y preparado, con chances de que la causa del posible tumulto finalmente no ocurra”.

Escogido por Bolsonaro para combatir la corrupción, Moro ha dicho que las filtraciones son ilegales y ha negado cualquier interés particular por afectar el proceso contra Lula. “Los jueces charlan con fiscales, abogados y policías. Es algo absolutamente normal y no orienté a nadie”, dijo.

A la espera de que se fallen los recursos, se especula que Lula pueda quedar libre o al menos le concedan la prisión domiciliaria, tras más de 10 meses en una cárcel de Curitiba, al sureste de Brasil.

Flavia Bozza, analista política en Brasil, le dice a este Diario que “aún es difícil decir si, en la práctica, eso (las filtraciones) impactan la libertad de Lula. Quizá vaya al arresto domiciliario. Pero me parece difícil que anulen todo el proceso. Todavía es pronto para afirmar algo”, aseveró.

No parece, sea cual sea el futuro del expresidente, que las cosas vayan a cambiar. “Quien estaba a favor de Lula, sigue con más convicción. Quien está en contra, encuentra que los fines justifican los medios y que la Lava Jato ha hecho todo lo que tenía que hacer para arrestar a Lula. Y no lo consideran grave (lo de Moro)”, concluye.