¿Cómo atajar el desempleo? | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Julio de 2019
  • Sin reactivación económica no hay margen
  • Más allá de las excusas y lugares comunes

 

 

“… No hay que pedirle peras al olmo”. Ese es quizá uno de los refranes más extendidos y cae como anillo al dedo al recurrente debate de los últimos meses en torno a por qué es tan difícil reversar la tendencia al alza del desempleo en Colombia. Un debate que ayer tomó más eco luego del crudo panorama descrito por el exministro Juan Camilo Restrepo en una entrevista con la periodista María Isabel Rueda, en El Tiempo, según el cual el desempleo se está volviendo, desde el punto de vista social, el mayor problema del país, con visos de complicarse aún más. De acuerdo con el dirigente conservador entre abril del año pasado e igual mes del presente se destruyeron 750 mil empleos y entre las causas estarían que la economía no está demandando más trabajadores y las empresas continúan asfixiadas por cargas excesivas como la tributaria.

Las cifras son impactantes: el último informe del DANE dio cuenta de que a mayo pasado la tasa de desempleo nacional fue de 10,5 por ciento, mientras que en las trece principales ciudades y áreas metropolitanas llegó a 11,2 por ciento. La profundización de la problemática es patente si se tiene en cuenta que en igual mes del año pasado el primer indicador era de 9,7 por ciento y el segundo de 10,1 por ciento. Todo ello para concluir que en el país habría en estos momentos no menos de 2,6 millones de personas sin trabajo.

Para no pocos analistas es evidente que con una economía creciendo al 2,8 por ciento, según el PIB del primer trimestre, es muy complicado que se genere una cantidad suficiente de empleos nuevos o, al menos, que se mantengan los actuales. Considerar que se puede enrutar al país a retomar cifras permanentes de desocupación laboral de un dígito sin que exista un repunte productivo sostenido raya en lo utópico. Es claro que se presenta un efecto rebote en varios de los principales indicadores macro y micro, sobre todo los relacionados con el comercio, consumo de hogares o incluso la industria fabril, pero aún no es suficiente para que las empresas comiencen a incrementar de forma sustancial el uso de su capacidad instalada, sobre todo en los sectores más intensivos en demanda de mano de obra calificada y no calificada.

De otro lado, con el pasar de los meses se han ido dejando sin piso algunas de las causas que se venían exponiendo como justificantes primarias del aumento del desempleo. Por ejemplo, ya se estaba convirtiendo en un lugar común señalar a la ola migratoria venezolana como la principal responsable del aumento de las personas sin trabajo en los últimos dos años. Sin embargo, paradójicamente las ciudades con más alta tasa de desocupación (entre marzo y  mayo pasados), como lo fueron Quibdó, Valledupar e Ibagué, no son precisamente las que más ciudadanos del vecino país han recibido. Si en este top aparecieran las capitales de los departamentos fronterizos, cabría la alegada circunstancia.

En segundo lugar, como lo hemos reiterado en estas páginas, si bien es cierto que en la llamada “Ley de Financiamiento”, aprobada por el Congreso en diciembre pasado, se dio luz verde a una serie de alivios tributarios a las empresas, el efecto de los mismos apenas si se empezará a ver el próximo año, en el mejor de los casos. Incluso no pocos analistas consideran que aun así la carga impositiva continúa siendo muy alta y apenas si llevaría, en cuestión de plazas de trabajo, a no seguir adelgazando las nóminas como fórmula para equilibrar los estados financieros de las compañías.

Algunas voces gubernamentales, aunque no ocultan que la situación del desempleo es preocupante, sostienen que la crisis se ha morigerado en algo los últimos meses y esperan que a partir de la aplicación del Plan Nacional de Desarrollo, en vigencia hace pocas semanas, se pueda revertir en el corto plazo la tendencia alcista de la tasa de desocupación. Confían en la combinación de las medidas de reactivación económica, incentivo tributario a empresas, mayores esfuerzos en formalización laboral y el arranque en firme de la economía naranja, entre otras herramientas coyunturales y estructurales. Todo ello debería llevar a la creación de 1,6 millones de empleos.

Como se dijo al comienzo, el debate en torno a cómo atajar el desempleo continúa en el top de preocupaciones nacionales. Incluso, como todo en economía en un país polarizado políticamente, los diagnósticos y la repartición de culpas y responsabilidades terminan siendo muy disímiles. Lo cierto es que la crisis aumenta día tras día y se requiere de una estrategia, tanto gubernamental como del sector privado, más audaz para enfrentarla antes de que el número de personas sin trabajo se acerque más a los tres millones, con todo lo negativo que ello implicaría.