Geopolítica lunar | El Nuevo Siglo
Sábado, 20 de Julio de 2019
  • 50 años de la llegada al satélite
  • Génesis de la carrera espacial

Muchos años atrás el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, se dirigía a los recién graduados de la universidad de Rice, en Houston (Texas), que esperaban una intervención cordial y protocolaria del gobernante. La sorpresa del auditorio fue inolvidable pues allí la Casa Blanca se comprometió ante sus gobernados y el mundo a que antes de terminar la década de los 60 el hombre  llegaría a la Luna.

En su memorable discurso el mandatario consignó los siguientes y famosos interrogantes: "¿Por qué, se preguntarán algunos... elegimos la Luna...? ¿Por qué la elegimos como nuestra meta?... Y tal vez, también se pregunten: ¿Por qué escalar la montaña más alta...? ¿Por qué 35 años atrás volamos sobre el Atlántico...?”. Kennedy se contestó: “Elegimos ir a la Luna, en esta década... no porque sea fácil, sino porque es difícil... Porque esta meta servirá para organizar y probar lo mejor de nuestras energías y habilidades”. Agregó que ese era un desafío que Estados Unidos estaba dispuesto a tomar ya, sin posponerlo, “…Y uno que pretendemos ganar, y a los demás también”.

El carismático Presidente describió ante los sorprendidos estudiantes el tipo de nave espacial que viajaría a la Luna, tripulada por Neil Amstrong, ubicada a 300 mil kilómetros de distancia. Recalcó que el ambicioso proyecto jamás se había intentado. Detalló que la nave sería creada de inéditas aleaciones metálicas capaces de soportar altas temperaturas y presiones nunca antes experimentadas. Tras todo ello, Kennedy pronunció una frase que quedó grabada en la historia de su país: “Lo haremos bien, porque debemos hacerlo bien, y hacerlo primero. Antes que termine esta década, y porque debemos ser audaces".

Los estudiantes y el público sabían que el desafío público de Kennedy era a la Unión Soviética. Por eso de inmediato la audiencia se hizo sentir con atronadores aplausos. Moscú había prometido que los suyos llegarían primero a la Luna y en medio de la Guerra Fría el capítulo de la carrera espacial ganaba cada vez más peso geopolítico. Lo cierto es que tras múltiples fracasos y avances de lado y lado, al final Washington ganó. Fue el primero en aterrizar una nave tripulada en el satélite y dejar la primera huella humana. De ello hace ya 50 años.

La llegada del hombre a la Luna, aparte del hito científico, fue producto también del intenso pulso geopolítico entre estadounidenses y rusos, en ese entonces entre capitalismo y comunismo. A partir del final de la II Guerra Mundial, pese a que los soviéticos habían estado aliados a los países occidentales en la guerra contra los nazis, era evidente la desconfianza de la Casa Blanca sobre las ambiciones políticas de Stalin, quien en Yalta logra hacerse con gran parte de Europa Oriental y se quedó con una porción de Alemania. Para entonces el pronóstico de Churchill, antes de terminada la contienda global, en torno a la “Cortina de hierro” y el peligro que representaba esa potencia emergente para los países de occidente, se había cumplido.

La prevención norteamericana era aún mayor en cuanto varios de los científicos que colaboraban con Hitler en sus experimentos armamentísticos fueron ‘reclutados’ por la Unión Soviética. Ese fue el soporte inicial de la carrera por el espacio: la tecnología nazi que desarrolló los primeros misiles para bombardear el Reino Unido. Además, el efectivo espionaje ruso le permitió a Stalin acceder a los secretos para elaborar la bomba atómica.

Los estadounidenses tampoco se quedaron atrás en el acceso a esos avances. Incluso cuando Kennedy hizo el famoso anuncio, se sabía que tenía plena confianza en Wernher von Braun, el brillante científico alemán y precursor de la tecnología aeroespacial. Nacionalizado estadounidense se hizo cargo de la carrera espacial, apoyado por un brillante grupo de expertos locales.

Lo cierto es que el desafío de Kennedy obligó a soviéticos a hacer enormes gastos para intentar llegar a la Luna con una nave tripulada antes que Estados Unidos. En esa carrera geopolítica y tecnológica, Washington tomó la delantera en cuanto dispuso de más fondos y más certeza en investigaciones y experimentos.

Una carrera que hoy continúa, pese a que la Guerra Fría terminó hace algunas décadas. Sin embargo, conquistar el espacio continúa siendo una competencia entre las viejas y nuevas potencias científicas, económicas y militares. No solo en cuanto a la industria satelital y sus múltiples usos, sino también respecto a la exploración de todo el sistema solar y más allá. La obsesión por pisar Marte continúa intacta y recientemente hasta el presidente Donald Trump se comprometió a que Estados Unidos será el primero en dar ese paso. Pero también se habla del espacio como una herramienta de defensa geoestratégica, como los llamados “escudos aeroespaciales antimisiles”. También se avanza en cuanto a aprovechamiento energético y en otros múltiples campos. En últimas, hoy, como hace 50 años, la geopolítica, ya no la lunar, sino la espacial, continúa a la orden del día.