Reactivación del transporte | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Julio de 2020
  • Desafío sanitario del más alto calado
  • La lógica de las cuarentenas zonales

 

 

El proceso de reactivación de la vida económica y productiva del país continúa adelante bajo el enfoque de una mayor velocidad en las ciudades y municipios con cero o baja afectación por la pandemia del Covid-19, en tanto que la reapertura tiene menor ritmo en aquellas zonas en donde el índice de contagios y decesos es más alto. De hecho, bajo el modelo de focalización regional y diferenciado que se ha venido aplicando desde hace varias semanas, las medidas de precaución sanitaria varían de una zona a otra de acuerdo a su particular curva epidemiológica. Hay, en consecuencia, algunas poblaciones que se mantienen en cuarentena estricta, en tanto que en otras las actividades cotidianas se han retomado en una gran proporción, obviamente con los respectivos protocolos de bioseguridad y distanciamiento social, permaneciendo principalmente las restricciones en cuanto a toques de queda parciales y prohibición de todo evento que implique aglomeraciones de personas en sitios cerrados o de baja ventilación.

Sin embargo, la eficiencia de este modelo de control focalizado y diferenciado de la pandemia tiene su mayor reto en la forma en que se reactive el transporte público intermunicipal o interdepartamental, ya sea aéreo o terrestre, sin duda uno de los  sectores, junto al turismo y la industria del entretenimiento, que  más tiempo ha estado restringido en medio de la crisis.

En cuanto al transporte aéreo doméstico, ya está en aplicación un piloto en la ruta Bucaramanga-Cúcuta, que ha tenido un funcionamiento positivo, aunque la ocupación de los vuelos no ha sido muy alta, como es apenas natural en medio de la prevención de los eventuales pasajeros.

Sin embargo, el gran reto es la reanudación a pequeña o mediana escala del transporte terrestre, ya sea particular o público, pues ello permitiría la movilización de una gran cantidad de personas de un municipio a otro, así como entre departamentos. Dicha reactivación gradual implica un reto sanitario de alto calado, sobre todo en momentos en que algunas regiones están atravesando la fase más crítica en materia de contagios y decesos.

En este campo, incluso desde antes de la ampliación esta semana  del Aislamiento Preventivo Obligatorio en todo el país hasta el 31 de agosto, se ha venido aplicando un decreto que permite a los alcaldes y gobernadores acordar, bajo la tutela del Ministerio del ramo, el proceso para activar gradualmente el transporte terrestre intermunicipal y especial. Municipios y departamentos tienen que ponerse de acuerdo en el origen y destino de las rutas así como en los protocolos de bioseguridad que deben aplicarse en las terminales, buses e infraestructura asociada, tanto a nivel de usuarios como de empresas. Hay que coordinar asuntos tan importantes como el uso obligatorio del tapabocas, desinfección integral de los vehículos, control del número de pasajeros, distanciamiento en las filas de ingreso, filtros sanitarios…

Hay otro frente en el que la reactivación del transporte es determinante dentro de la estrategia de contención de la pandemia. Se trata de los sistemas articulados de movilización masiva de pasajeros, que hasta el momento están funcionando con un límite de 35 por ciento de su capacidad. En varias ciudades capitales se está planteando la posibilidad de aumentar ese tope máximo a un 70 por ciento. El Gobierno analiza el tema bajo el mismo enfoque zonal y diferenciado, es decir que se podría avanzar en esa dirección solo en las urbes en donde la curva epidemiológica está en descenso.

No es una decisión fácil. Las empresas que manejan los sistemas de transporte articulado atraviesan una difícil situación financiera debido a la caída de ingresos tras más de cuatro meses de cuarentenas, que se han ido flexibilizando poco a poco. Esa circunstancia ha terminado por agravar la crisis estructural que atraviesan desde hace años varias de esas empresas operadoras. De hecho, la Casa de Nariño, al amparo de los estados de Emergencia Económica y Social, activó varias líneas de crédito y alivios de distinta índole para este sector. Sin embargo, estas son ayudas parciales que no van a solucionar la problemática de fondo, lo que requiere otro tipo de medidas de mayor alcance.

Como ya se dijo, el proceso de reactivación gradual del transporte público terrestre de pasajeros, ya sea a nivel urbano, intermunicipal o de larga distancia, o en la modalidad aérea, es un desafío muy grande para los gobiernos nacional, regionales y locales. Es claro que las pérdidas para estos sectores son millonarias y que las ayudas oficiales solo alivian en parte su crisis. También resulta evidente que la normalización gradual del servicio es vital para retomar las actividades productivas y económicas. Sin embargo, hay que avanzar con cautela en la reactivación gradual del servicio de transporte. Como se dijo, en pleno ascenso de contagios y decesos reanudarlos tiene que hacerse con la máxima precaución y bioseguridad. No debe correrse ningún riesgo.