La economía avanza | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Noviembre de 2019
  • Creciendo pese a escenario regional cuasi-recesivo
  • No caer en falsos dilemas ni subdimensionar cifras

 

El sendero de recuperación de la economía colombiana no solo está definido sino que da resultados positivos, sobre todo en medio de un escenario cuasi-recesivo en muchas partes del planeta, causado no solo por la incertidumbre derivada de la ‘guerra comercial’ entre Estados Unidos y China, que ha actuado como freno de mano del dinamismo productivo global a lo largo del 2019, sino también por factores como la alta volatilidad en los precios del petróleo, los coletazos cambiarios, la incertidumbre por el Brexit, las coyunturas geopolíticas y las movidas de la Reserva Federal norteamericana, que una vez se concretan inician un efecto dominó en todos los mercados de capitales.

El jueves pasado el DANE reveló que el crecimiento como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del tercer trimestre fue de 3,3 por ciento, que no solo es el más alto desde 2015 para este lapso, sino que confirma que nuestro país está muy por encima del promedio latinoamericano, ya que la región está teniendo un año muy complicado al punto que el último cálculo de la Cepal no proyecta un indicador más allá del 0,5 por ciento. El reporte del ente estadístico local señala que las actividades financieras, el comercio al por menor y por mayor, el transporte, alojamiento y servicios de comida así como la administración pública fueron los rubros que jalonaron la economía. Por debajo del promedio, pero en números positivos, estuvieron la agricultura y la industria, en tanto la construcción evidenció un comportamiento muy negativo y preocupante.

El Gobierno añade al dato del PIB otros indicadores que considera sintomáticos del ritmo de recuperación sostenida de la economía, como el crecimiento del recaudo tributario más del 11 por ciento a octubre y el aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) por encima del 24 por ciento. De igual manera, se señala que este año Colombia podría  registrar el primer superávit fiscal desde que existe la Regla Fiscal. La inflación, asimismo, se mantiene controlada, en tanto que las ganancias de Ecopetrol y las utilidades del Banco de la República están particularmente por encima de los cálculos iniciales. No menos importante es que el petróleo ha logrado mantenerse por encima de los 55 dólares en promedio y si bien la divisa norteamericana ha registrado muchas fluctuaciones a lo largo de los últimos meses, el Emisor no se ha visto en la necesidad de intervenir y tampoco de ajustar las tasas de interés de referencia, enviando así un mensaje de tranquilidad a los mercados, los inversionistas y las calificadoras de riesgo.  

Resulta evidente que estar creciendo por encima del 3,3 por ciento es alentador, sobre todo si se tiene en cuenta que en 2017 apenas si se llegó al 1,8 por ciento y el año pasado se alcanzó un 2,8 por ciento. Es más, este es el principal argumento gubernamental para urgir al Congreso que apruebe el proyecto sobre la nueva Ley de Financiamiento, cuya caída en la Corte Constitucional, en octubre, generó una ola de incertidumbre económica.

Ahora bien, hay indicadores en donde las alarmas sí continúan prendidas, comenzando por el desempleo, que se mantiene por encima del 10 por ciento, sin que los planes de choque y medidas contracíclicas implementadas sean efectivas. Algunos analistas también encienden luces rojas sobre el aumento del déficit en la balanza comercial, aunque otros sostienen que ello no necesariamente resulta tan criticable si se tiene en cuenta el aumento de importaciones de bienes de capital y trabajo. Por igual es patente que el desempeño industrial y de la construcción, dos rubros intensivos en demanda de mano de obra, nada que despega.

Es obvio, y negarlo sería de extrema ingenuidad, que en un país tan polarizado como el colombiano el análisis de la marcha económica no se escapa de esa lupa subjetiva. Por ello es que se escuchan discusiones tan bizantinas como, por ejemplo, que es bueno crecer hoy al 3,3 por ciento, pero que el ideal es hacerlo por encima del 5 por ciento. Igual se debate si ese desempeño positivo del PIB este año no termina siendo engañoso frente a los últimos datos sobre aumentos en pobreza monetaria y multidimensional. Y tampoco faltan los alegatos insólitos en torno a si el optimismo por el dinamismo productivo no estaría dejando ver un presunto clima creciente de insatisfacción social, que podría, incluso, dar lugar a una crisis como la registrada en Chile en las últimas semanas. Es más, se llega al extremo de contraponer la buena noticia anunciada por el DANE esta semana con el paro citado por los sindicatos y otros sectores de nuestro país para el próximo jueves…

Más allá de ese pulso de interpretaciones, que en últimas termina llevando a caer en el irresoluto dilema de ver el vaso medio lleno o medio vacío, puede concluirse objetivamente que el desempeño económico colombiano es bueno. Querer abstraerlo del convulso escenario regional e internacional, en una economía globalizada, raya en lo absurdo. Obviamente hay muchos asuntos que mejorar y en ámbitos como el desempleo se requiere mayor audacia en las medidas del sector público y privado para combatirlo. Pero, al fin de cuentas, así sea una verdad de perogrullo y más que evidente: siempre es mejor corregir cuando se avanza en terreno positivo que hacerlo cuando, como ocurre en muchos países latinoamericanos, la recesión y la crisis fiscal asoman inexorablemente.