Nuevo aire en asambleas y concejos | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Noviembre de 2019
  • Perdedores en alcaldías y gobernaciones aceptaron curul
  • La figura da pie a mayor dinamismo en democracia local

 

En la gran mayoría del país ya terminaron los escrutinios de las elecciones departamentales y municipales. Restaban algunos en alcaldías y concejos en donde la diferencia entre los candidatos era mínima y, por ende, cada voto era vigilado al detalle por los aspirantes en contienda. Hasta el momento, descontando la obvia quisquillosidad entre ganadores y vencidos, no se han reportado casos graves de sospechas de trampa. Sin duda alguna hay aquí un avance frente a épocas pasadas en donde se decía que unos eran los que ganaban en las urnas y otros en los recuentos oficiales que daban lugar a la declaratoria de los resultados definitivos.

Otra de las expectativas en los últimos días ha estado centrada en cuántos de los candidatos que quedaron segundos en la votación para alcaldías y gobernaciones se acogieron a la norma, aprobada años atrás pero por primera vez aplicada en las elecciones departamentales y municipales, que les permite acceder directamente a un escaño en los concejos municipales o las asambleas departamentales. Los barridos que han realizado los medios de comunicación al respecto, permiten establecer que en un porcentaje muy por encima del 50 por ciento los aspirantes perdedores optaron por ocupar una plaza en las dumas y cabildos, e incluso no en pocos casos apenas conocido el resultado de las urnas ya estaban armando coaliciones para actuar en los respectivos cuerpos colegiados.

Se descarta así que se trate, como algunos los han considerado, de un ‘premio de consolación’. Por lo contrario, desde ya muchos de los mandatarios departamentales y municipales que se posesionarán el 1 de enero saben que se enfrentarán a un escenario legislativo sui generis, ya que, por ejemplo, los proyectos de ordenanza o de acuerdo para aprobar los respectivos Planes de Desarrollo de sus administraciones, tendrán que sumar o restar el voto positivo o negativo de aquel al que derrotaron en las urnas. Esto, sin duda, le dará más piso real al cumplimiento del llamado “voto programático” así como a la necesidad de que el titular del Ejecutivo se incline por gobernar para todos los sectores  y no solo dirigido a aquellos que lo apoyaron. De igual manera, tener sentado en la asamblea o el concejo a su máximo competidor electoral, aumenta la posibilidad y eficacia del control político sobre la gestión de los gobernadores o alcaldes. También se podría marcar una dinámica distinta en cuanto a la escogencia de funcionarios, políticas contractuales y hasta en el trámite de las posibles mociones de censura a que haya lugar.

La figura se estrenó en la pasada contienda presidencial y permitió a Gustavo Petro y Ángela María Robledo ocupar un escaño en el Senado y la Cámara de Representantes, respectivamente, tras haber perdido en la segunda vuelta de la lid por la Casa de Nariño. Así las cosas, como los portaestandartes en las urnas del bloque que no llegó a la cabeza del Ejecutivo, se considera sano para la democracia que tengan voz y voto en el Congreso.

Ahora bien, como lo hemos reiterado en estas páginas, hay marcadas diferencias entre los escenarios políticos de orden nacional y los seccionales y locales. No responden a las mismas dinámicas y ecuaciones de poder, razón por la cual es común ver que líderes, partidos y movimientos que en el Gobierno nacional o el Congreso son rivales, en departamentos y municipios conviven o son aliados sin mayor crispación.

Visto ello, la primera gran diferencia es que si bien Petro se considera el principal opositor al presidente Iván Duque, no ocurrirá lo mismo en muchas asambleas y concejos en donde el candidato perdedor no necesariamente estuvo en la otra orilla política o ideológica del ganador. Es más, ya hay casos en donde los segundos en votaciones se han alineado en las coaliciones de los mandatarios entrantes. Es necesario aclarar que no hay aquí ninguna anomalía, simple y llanamente una circunstancia política normal. Lo que ocurre es que en algunos sectores se cree, equívocamente, que esta nueva figura hace parte del Estatuto de Oposición y que, por ende, el candidato perdedor que llega al escaño en el cuerpo colegiado debe situarse obligatoriamente en contradicción a la entrante administración.

Por ahora es necesario esperar a que en enero arranquen los nuevos ejecutivos y legislativos regionales y locales. Será en la práctica en donde se podrá evaluar qué tanto esta nueva figura de inclusión y equilibrio político dinamiza la democracia en el orden departamental y municipal. Por lo pronto, como se dijo, resulta alentador que muchos de quienes quedaron segundos en las urnas por alcaldías y gobernaciones se acogieron a este novedoso mecanismo. Está claro que todo instrumento que permita una mayor representatividad y pluralidad políticas, así como mejor control a los mandatarios actuantes, es positivo, más aún cuando la corrupción y la politiquería continúan siendo el pan de cada día en muchas regiones.