2023, récord histórico en calor | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Enero de 2024

* El incontenible cambio climático

* Inundaciones, incendios, sequías…

 

Copernicus, el programa de observación de la Tierra en la Unión Europea, acaba de confirmar que 2023 fue el año más caluroso en la historia de la humanidad, superando ampliamente al 2016, que tenía ese inquietante récord. Llegamos a un promedio de 14,98 grados Celsius (58,96 Fahrenheit) mientras el récord anterior -el de 2016- era de 14,81 grados Celsius (58,66 Fahrenheit), en una medición que se realiza desde el año 1850.

Es una noticia de extrema gravedad para la humanidad, porque saca el calentamiento global y el cambio climático del terreno de las probabilidades y las especulaciones, y revela de manera incuestionable su realidad: una amenaza creciente y descomunal para millones de personas en todo el planeta y también para la estabilidad de la economía mundial.

El reporte de Copernicus contiene una impresionante colección de otros datos alarmantes: 2023 fue 1,48 grados Celsius más cálido que el nivel de referencia preindustrial 1850-1900. La mitad de los días de 2023 superó el límite de calentamiento de 1,5% y fue el primer año en el cual la totalidad de los días fueron un grado Celsius más cálidos que en el período preindustrial. 

Desde la comunidad científica se contempla que las temperaturas de 2023 habrían superado las registradas en cualquier período de la humanidad durante los últimos cien mil años. Para entender la gravedad de este dato hay que decir que las mediciones anteriores indicaban que, desde 1990, el planeta se había calentado en más de un grado centígrado, por lo cual cada una de las últimas cinco décadas fue más cálida que la anterior. De igual manera, queda claro que desde 2001 se registraron 19 de los 20 años más cálidos de la historia y que la Tierra es por ello más cálida que en cualquier otro momento de los últimos 12 mil años. Las aterradoras cifras del año pasado, causadas por la acción conjunta del calentamiento global y del Fenómeno del Niño, empeoraron notablemente ese panorama. 

El calentamiento global se refiere al aumento de las temperaturas medias en el planeta, y comenzó en 1800, después de la Revolución Industrial. El cambio climático abarca el calentamiento global pero también sus catastróficas consecuencias. El duro tránsito de las previsiones a la realidad en 2023 lo padeció el mundo y lo sufrieron millones de personas a través de enormes inundaciones, incendios forestales, olas de calor sin antecedentes y gravísimas sequías. También se produjo un aumento del nivel global del mar y cambios en las temperaturas extremas, que agravaron la crisis que enfrentamos por el derretimiento de los glaciares, aumentos en la humedad atmosférica y por el desquiciamiento de los tiempos de floración en el reino vegetal. Es una amenaza directa a la alimentación -agua y comida-, seguridad y a las economías individuales y colectivas. Se pierden vidas y medios de subsistencia, todos los días.

Está previsto que el Fenómeno del Niño se extienda por lo menos hasta abril, lo cual permite suponer que este 2024 llegue a ser aún más cálido que 2023, pues parte del calor récord de la superficie de los océanos, va a la atmosfera.

El Acuerdo de París, suscrito por 200 países en el 2015 para enfrentar y reducir el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero, tiene como meta limitar el calentamiento a 1,5 grados. Como es una meta de mediano y largo plazos, lo sucedido en 2023 y lo que podrá pasar en 2024 no rompen el espíritu del acuerdo, pero sí son una inquietante alerta temprana acerca de la rapidez y contundencia con las cuales se está deteriorando la situación. 

La cumbre climática COP28, que se realizó entre noviembre y diciembre de 2023, enfatizó la necesidad de abordar la causa principal del aumento de las temperaturas: los combustibles fósiles que alteran el manto natural de dióxido de carbono, metano, vapor de agua y otros gases que atrapan el calor que rodea al planeta. Redactado en el año más caluroso de la historia, la debilidad y raquitismo del documento final de la COP28 -salvo algunos avances en energías renovables y vehículos eléctricos- ratifica lo perdidas que andan la responsabilidad y la sensatez en amplios sectores de los gobiernos y habitantes de la Tierra frente a una amenaza descomunal y cada día más visible.