Cruzada antiinflacionaria | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Marzo de 2024

*Estrategia del Emisor sigue frenando carestía

*Gobierno, piedra en el zapato de reactivación

 

Una buena noticia, sin duda alguna, la dada anoche por el DANE en torno a que la inflación en Colombia continúa a la baja, al punto que la anualizada se situó al cierre de febrero en 7,74% y en lo corrido del 2024 asciende a 2,01%. Una disminución sustancial si se tiene en cuenta que por la misma época de 2023 ambos indicadores se situaban en 13,28% y 3,47%, respectivamente.

Aunque desde instancias gubernamentales y su coalición trataban anoche, de forma afanosa y oportunista, de pasar ‘factura de cobro’ por este logro, resulta innegable que alcanzar el onceavo mes de descenso consecutivo del costo de vida se debe a la política contracíclica aplicada por el Banco de la República para contener la escalada alcista. Un proceso difícil, al punto que el encarecimiento del dinero y su impacto en el consumo, la inversión y la dinámica productiva terminaron por ahondar el desaceleramiento económico provocado principalmente por las controvertidas políticas de la actual administración.

No hay que olvidar que el Producto Interno Bruto de 2023 apenas fue del 0,6%, inferior a los ya de por sí bajísimos pronósticos del Ejecutivo, las entidades financieras multilaterales, los gremios y los centros de estudios económicos. El arranque de 2024, salvo en lo que tiene que ver con la inflación, no ha sido el mejor, y prueba de ello es que las previsiones de reactivación para este año no van más allá del 1% o algo más. El desempleo aumentó en enero frente a los meses precedentes y el sector privado advierte que atraviesa un clima recesivo.

Como si fuera poco, la incertidumbre generada por el accidentado trámite de las reformas pensional, laboral y de salud, así como por los bandazos en la política minero-energética, la preocupante caída en las ganancias de Ecopetrol, la crisis de gobernabilidad y las polémicas por las maniobras oficiales para manejar discrecionalmente los presupuestos de infraestructura y de vigencias futuras, han profundizado el pesimismo sobre la economía este año.

Volviendo a la buena noticia de anoche, para los expertos resulta claro que mantener la tendencia a la baja del costo de vida no solo evidencia la funcionalidad de la estrategia contracíclica del Banco, sino que, además, debe llevar a que el Emisor aumente el ritmo de la rebaja de sus tasas de interés de referencia, como lo ha hecho en las últimas dos ocasiones. Sin embargo, como bien lo advirtiera semanas atrás el propio Fondo Monetario Internacional, la disminución de los tipos debe ser cautelosa debido a que los escenarios globales y nacionales todavía son muy inestables.

Así las cosas, por más que se esté sugiriendo desde instancias gubernamentales, gremiales y centros de estudios económicos que en la próxima junta del Banco (22 de marzo) las tasas de intervención se bajen en no menos de 75 puntos básicos (0,75%), desde el 12,75% en que están hoy, hay que confiar en la ponderación de la junta directiva del Emisor. De hecho, es por esa política pospandemia que la carestía ha podido frenarse.

Esa cautela debe ser mayor en el caso de nuestro país ya que si bien se ha logrado bajar de forma consistente la tasa de inflación, ese decrecimiento todavía es más lento que en otros países de Latinoamérica. De hecho, Uruguay, México, Brasil, Chile o Ecuador siguen muy por debajo de Colombia.

Es evidente que abaratar el costo del dinero, aumentar la liquidez, impulsar el consumo de hogares y dinamizar la inversión debería llevar gradualmente a sacar de números rojos a la industria, el comercio, la vivienda, la balanza comercial e incluso el recaudo tributario, entre otros rubros. Y ello tendría que redundar en una mayor generación de empleo. También resulta obvio que las familias han podido recuperar poco a poco algo del poder adquisitivo perdido por la trepada de la inflación por encima del 13%, aunque continúan con el cinturón muy apretado.

Sin embargo, como se dijo, no es momento de lanzar las campanas al vuelo. La situación todavía es muy complicada y debe actuarse con sumo cuidado, no solo por la convulsa situación política y económica a nivel interno, sino porque en el externo el fantasma recesivo todavía asusta en algunos países europeos, en tanto Estados Unidos y China repuntan levemente. A esto se adiciona que los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza impactan drásticamente la geopolítica y el problema del sobrendeudamiento parece una bomba de tiempo cuya cuenta regresiva se agota rápidamente.

Por lo pronto, entonces, la mayor preocupación radica en que los leves síntomas positivos en el aparato productivo colombiano no continúen siendo contrarrestados por un Gobierno que no solo pareciera importarle poco una economía en descolgada dramática, sino que se niega a implementar un verdadero plan de choque para reactivarla.