Una economía anclada | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Enero de 2024

* El plan de choque, otra promesa incumplida

* Urge timonazo en políticas gubernamentales

 

El panorama de la economía para este año no es el más optimista. Los pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) oscilan entre el 1,5 % y el 1,8 % como máximo. Es decir, que no se incrementaría ni siquiera en un punto porcentual respecto al cierre de 2023 (que habría sido entre un 1 % y 1,2 % a lo sumo), muy lejos del 7,5 % de 2022 y del 10,8 % de 2021. En conclusión, una descolgada drástica, sin el llamado ‘aterrizaje tranquilo’ que algunos expertos veían tiempo atrás.

El escenario es más complicado si se tiene en cuenta que varios analistas advierten que las proyecciones para 2024 deben ser más cautelosas. Esto debido a que algunas se hicieron cuando el DANE todavía no había dado a conocer que en el tercer trimestre del año pasado el aparato productivo decreció (-0,3 %), un dato que sorprendió, ya que si bien se esperaba que el indicador mantuviera su tendencia a la baja, no se preveía que terminara a septiembre en números rojos.

De hecho, el temor a que Colombia caiga en una recesión técnica, al sumar dos trimestres negativos, no se descarta todavía, aunque tanto el Gobierno como los gremios y centros de estudios económicos consideran que el aumento del consumo, comercio y de otros rubros de generación de productos, bienes y servicios entre noviembre y diciembre, por cuenta de la mayor demanda durante las festividades, debió llevar a un leve repunte productivo al cierre del 2023. Ese dato, como se sabe, solo se conocerá hacia mediados de febrero. Sin embargo, el último Índice de Seguimiento a la Economía (ISE), con corte a octubre pero revelado el pasado 18 de diciembre, preocupó por cuanto registró un decrecimiento de 0,41 % respecto al mismo mes de 2022.

¿Es posible darle un empujón a la economía este año que lleve a que se crezca por encima del 2 % y que tanto en 2025 como en 2026 ya se pueda pensar en recuperar la senda del 6 % en adelante? Para que esto pueda viabilizarse se necesitarían tres acciones concretas.

En primer lugar, que desde el Gobierno se corrigieran las políticas públicas que en estos diecisiete meses de mandato de izquierda se han convertido en una especie de lastre, de peso muerto, de ancla, que desacelera o incluso frena el dinamismo económico: el efecto lesivo de los proyectos de reforma pensional, laboral y de salud; la accidentada gestión gubernamental que siembra incertidumbre e inseguridad jurídica en el clima de negocios y la inversión; los bandazos en materia minero-energética; la baja ejecución presupuestal; la crisis de la construcción, industria y comercio; la caída permanente de exportaciones; los altibajos cambiarios; y la peligrosa y anacrónica propensión a la estatización de muchos sectores, lo que ha implicado casi que una ‘cruzada’ desde el Ejecutivo contra la empresa e iniciativa privadas.

En segundo término, se requiere un plan de choque para reactivar la economía. Mucho se ha hablado al respecto, pero mientras la Casa de Nariño no se proponga liderarlo e impulsarlo, todo se quedará en más anuncios y promesas incumplidas. Los gremios han insistido a la administración que se siente con ellos a delinear, sector por sector, y con la definición de medidas concretas y cronogramas, las piezas de esa estrategia de contingencia. Sin embargo, ese escenario ha sido imposible porque el Ejecutivo no solo se niega a concertar sino que, además, pareciera que ‘graduó’ de rivales políticos a los voceros de los sectores empresariales. Los ve como enemigos y no como eventuales socios. Muy grave.

Por último, pero no menos importante, es imperativo que se le fije un norte claro al país en materia política, económica, social e institucional. Esta es, sin duda, una de las grandes falencias que sufre hoy Colombia. Más allá del alud de anuncios que no terminan en nada, la intencional profundización de la polarización, un Plan Nacional de Desarrollo que no arranca en forma y la profusa e improductiva trinadera presidencial, no está claro hacia dónde va Colombia. Los bandazos y reversazos en las políticas públicas están a la orden del día. Se formulan propuestas al por mayor sin ningún tipo de socialización ni estudio previo. El gabinete se ha cambiado en más de 50 % en apenas un tercio del mandato, se rompió en solo ocho meses la coalición parlamentaria oficial y la racha de escándalos y descaches desgastan todo margen de acción pública.

Mientras no se trabaje en estos tres frentes descritos, pensar en un fuerte rebote del aparato productivo este año no pasará de ser una utopía. Por el contrario, si no hay un timonazo gubernamental, avanzado el 2024 la ya de por sí pobrísima meta de crecimiento empezará a recalcularse a la baja, como ocurrió en 2023. Gajes de una economía anclada.