Observación sobre la coca | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Septiembre de 2018

El presidente norteamericano, con reticencia, certificó los esfuerzos de Colombia en la lucha contra la droga y en memorando dirigido al Congreso manifiesta: “Estoy muy preocupado porque los cultivos ilícitos se han expandido en Colombia, México y Afganistán, están en niveles exorbitantes. Esa producción y tráfico  de drogas atenta directamente contra nuestros intereses nacionales en la salud como en la seguridad de los estadounidenses. La heroína y la coca colombianas cobran miles de vida anualmente en nuestro país.”

Aquí el gobierno de Iván Duque adquirió el compromiso de erradicar cultivos, poner en su sitio a las mafias, desvertebrar las “disidencias” de las Farc y sus enlaces,  el señor Trump conoce la posición.  En mi caso considero extraño  que reduzca el marco del problema a una situación que golpea a los Estados Unidos, rara la reducción del mismo a un ataque unilateral a sus conciudadanos. La cuestión es de doble vía.  A los colombianos no narcotraficantes, es decir a la inmensa mayoría,  no nos gusta que en Estados Unidos haya compra, distribución y consumo  de coca, no disponemos de medios para controlar el fenómeno, ni precisamos si rinde frutos la política que se aplica.

El tema no es nuevo, sobre una portada e información de la revista Time que nos sindicaba de narcotizar y envenenar a millones de norteamericanos -de esto hace cincuenta años- en magistral columna Alberto Lleras con ironía preveía: “La guerra y la droga  teñirán la reputación de nuestros compatriotas. Y cuando un senador  de los Estados Unidos  o un pedagogo europeo necesite saber algo de Colombia se enterará de nuestra perniciosa influencia sobre una sociedad en su mayoría blanca y anglosajona. Sin embargo, no somos los colombianos responsables, por ejemplo,  de que las mafias del extremo oriente hubiesen vuelto adictos a los jóvenes que defendieron el honor nacional en Indochina.”

Preocupa el incremento  del consumo de droga en la nación del norte, internamente a su gobierno le falta bastante por hacer, no solo a nosotros, compete atacar sus orígenes, establecer escalas, diferenciar sectores, la política que se adopte requiere congregar diversidad de matices, algunos afirman  que sería mejor permitir la formulación médica de dosis personales en lugar de imponer medidas represivas, las mafias no entrarían en el  negocio, sencillamente porque no hay negocio. Repito con Alberto Lleras, “es con el negocio  que se paga la corrupción  dondequiera y los barcos y los aviones, la siembra de marihuana y cocaína, el establecimiento de refinados laboratorios, la compra de autoridades, todo porque  el socio involuntario es la represión en los Estados Unidos que eleva  el precio de la droga dizque para quitar la adicción.”