General (r) Luis Ernesto Gilbert Vargas | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Junio de 2016

PRISMA

Alegre expectativa

 

No encuentro otro término para expresar el sentimiento que muchos colombianos experimentamos, ante la buena nueva  del acuerdo firmado entre el Gobierno y la Farc  hacia un  cese bilateral y definitivo del fuego y  hostilidades. Definitivamente  como lo comentan muchos columnistas de opinión es un avance esperado y soñado para la solución  de un conflicto añejo, desgastador y cruento. Decimos expectativa porque  sabíamos  de antemano que esta firma es un punto muy importante, portador del mensaje más valioso para los colombianos,  como es alcanzar  el punto de no retorno en el proceso que busca un compromiso de  paz con  las Farc,  pero… somos conscientes que en realidad falta mucho terreno por recorrer y son demasiados los obstáculos y adversidades pendientes por sortear, para llegar al acuerdo final  con sus procesos ejecutados. Se habló del fin de la guerra en medio del júbilo, término que aun estando  alejado, indica la ansiedad de los colombianos por lograr una vida en paz, tranquila y segura. No voy me referiré a los  puntos tratados ni acordados, mucho menos a su desarrollo e implementación, por ser de conocimiento general. Sigamos expectantes del éxito.

 

Solo hay un aspecto de verdad muy procurante  y es la seguridad de los desmovilizados. Lo digo por la experiencia que tiene el país en estos asuntos tan delicados y sensibles. No olvidemos que al interior de las mismas organizaciones se pueden agazapar personas contrarias al proyecto, con capacidad de movilidad,  acción y desestabilización;  de manera que los responsables de  cubrir este blanco deben agotar todos los recursos a su alcance para evitar un tropiezo de tal magnitud que haga tambalear todo lo construido. Claro que  el compromiso no es solo del Gobierno, las Farc deben cooperar mucho en la depuración del entorno de seguridad, aceptando la tecnología  y recomendaciones oficiales.

 

Las informaciones que ruedan en los diferentes medios de comunicación y las opiniones emitidas por conocedores, estudiosos y analistas seguidores del tema, en su mayoría traen un mensaje positivo y alentador, esto sin desconocer ni evitar  aquellos renuentes a montarse al tren de la paz y acertado manejo del posconflicto, que tienen derecho a disentir o incomodarse por las manifestaciones de respaldo y alegría demostradas tanto de los asistentes a La Habana, como la comunidad en general. A éstos debemos agradecerles su postura,  aporte e impresiones,  pues desde la tribuna que la democracia les ofrece, tal vez sin proponérselo “ojalá si” se estén convirtiendo en auditores permanentes del proceso, situación que juega a favor la negociación, pues descorre telones sobre puntos desconocidos o especulaciones anónimas, todas tratados con responsabilidad, sensatez, respeto y probidad por los plenipotenciarios. Este es un factor muy importante que equilibra  futuros acuerdos. Así, bienvenido el debate sano desprovisto de apasionamientos.