Paz: de todos Sí, de pocos No. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Agosto de 2016

 Un proceso de  paz debe ser una política de Estado y no de gobierno,  pues es un derecho fundamental  y además,  en nuestro caso,  constitucional. En procesos pasados se involucró no solo funcionarios del  gobierno sino representantes de los distintos partidos o fuerzas políticas, entidades territoriales, representantes de las tres ramas  del poder público, de la clase empresarial y gremial, además de estrategias de participación de la comunidad.   Todo esto garantizaba que en el caso de lograr un acuerdo éste tuviera el mayor respaldo de todos los estamentos del país. Y es precisamente aquí donde hoy se presenta el mayor de los retos por la inconformidad de algunos sectores en su falta de participación, lo que pone en peligro la solidez y durabilidad de los acuerdos, por más que se quieran como se dice hoy blindar.

La mayor garantía de permanencia de un acuerdo está en el respaldo de todas las fuerzas políticas, sociales y económicas del país. Por no haber involucrado desde el inicio del proceso a todos los sectores, es que hoy observamos tantas críticas e inconformidades a los acuerdos logrados y por ello desde algunas orillas se dice que lo que el Gobierno quiere es lograr el respaldo a hechos cumplidos o consumados, sin derecho a que si hay suficientes motivos se puedan reabrir los puntos ya negociados.

De la misma manera resulta contrario al propósito de unir voluntades el hecho de que el Gobierno haya iniciado la campaña por el Sí al plebiscito sin que se haya acabado de negociar la agenda y dado a conocer el alcance exacto de los acuerdos.  Se nos había informado que faltaban cuarenta y ocho subpuntos de la agenda acordada y aún el país no sabe cómo quedaran, a lo que se suma la falta de socialización y pedagogía que debe hacerse sobre todos los puntos, antes que una invitación genérica y sin contenido de respaldo al Sí. Esto lo deja entrever  que se quiere lograr un Sí, aunque no se conozca lo acordado. 

El objetivo debe ser una solución sólida y duradera,  basada en verdad, justicia y reparación y respaldada por todo un país o por lo menos una gran mayoría de éste, que comprendiendo lo que se acordó de su aval a los pactos.

Es urgente que el Presidente de la Republica haga lo que tenga que hacer para lograr que todas las fuerzas políticas lo acompañen en esta tarea, pues los gobiernos pasan mientras que las instituciones y partidos permanecen. No se trata de cartas para el manejo mediático sino de acciones reales de socialización y explicación de lo acordado para obtener un voto ilustrado ya que  lo que está de por medio es el futuro de nuestra Colombia.