Rafael De Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Junio de 2016

La razón es pacífica

DESPUÉS de la noche de desencanto con la selección de fútbol, que es más ruido que nueces, amanecimos con el encanto de la posibilidad real de no tener más enfrentamientos armados entre la guerrilla de las Farc y la ciudadanía colombiana inerme y sus fuerzas armadas. Ya se dijeron casi todas las frases altisonantes y hasta cursis sobre el tema, pero lo cierto es que han acordado no disparar más. Y si no se usan las armas de parte de los subversivos, suponemos acabará el secuestro, la extorsión, la expropiación forzada, los asaltos a pueblos y toda esta serie de acciones que nos han amilanado por décadas interminables. La razón humana se adhiere naturalmente a este panorama para la existencia. La pasión, el sentimiento arrebatado, la emoción, pueden ser un poco más esquivos a este regalo de la sensatez y la maniobra política, con su inevitable preludio militar. Pero, repito, si lo anunciado por las partes en guerra es cierto y si contiene voluntad firme de realización, la mente se suma rápidamente a lo que haya que hacer para que funcione.

 

Nosotros, los ciudadanos de a pie, no tenemos demasiadas herramientas para saber si los gobernantes y sus contrapartes dicen la verdad en alguna ocasión. Pero al verlos rodeados de autoridades y dignidades de carácter internacional, supondríamos que algo hay de verdad y realidad en lo que dicen y quieren hacer y eso ya es mucho. De hecho ya es ganancia que los miles de guerrilleros estén embutidos en la selva bailando y dándose besos (con las guerrilleras, obvio) y no estén disparándole a nadie. Y de esto ya va un tiempo largo. Y hemos de suponer que los miembros de estos grupos que vayan a entrar a la vida legal, tendrán que hacer política en el marco en que la hace el resto de los colombianos. Nada diferente sería aceptable. Bajan del monte o suben de la llanura para sudarla como lo hacemos los de a pie, día y noche.

La razón, quizás un poco ingenua, pero urgida de esperanza, me lleva a pensar que estamos dando un paso hacia la pacificación del país y eso me alegra, como ciudadano y como cristiano. Si uno se pone muy pasional, se ancla en el odio y el desespero y la venganza. Panorama turbio. La razón, pacífica por naturaleza, nos invita a celebrar, pues estábamos anhelando vivir como verdaderos seres humanos hace mucho tiempo. Hoy sería razonable armar una fiesta muy apasionada.