HACE algunos años se cantaba con frecuencia una cancioncilla cuyo estribillo decía así:
“Si quieres una cerveza
Un trago de vino
Y otro de anís
Por eso no te preocupes
Que eso lo paga
Roberto Ruiz”
Con las masivas emisiones de TES que está en marcha, habría la tentación de decir otro tanto: “por eso no te preocupes que eso lo paga Roberto TES”.
Los TES que, como se sabe, son títulos de deuda pública han venido tomando un auge inusitado. Desde los años 90 del siglo pasado son los documentos principales para documentar la deuda pública. Pero ahora están teniendo un momento de esplendor.
Recientemente el Ministerio de Hacienda informó que en lo corrido de este año ya se han emitido TES por $ 25.5 billones, la mayoría de los cuales se han colocado en el mercado de capitales mediante subastas, y otra parte la han suscrito entidades públicas con excedentes de liquidez. En el presupuesto del 2020 se contempla otra importante emisión de TES.
El nuevo auge de los TES proviene de autorizaciones que se concedieron al gobierno en el Plan de Desarrollo, ratificadas por el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP). Y tienen una lógica impecable: sustituir pasivos muy costosos a cargo de la Nación por TES que tienen un costo mucho más bajo. Casos típicos de estos pasivos costosos son, entre otros, las sentencias judiciales en donde el Estado resulta condenado, laudos arbitrales y conciliaciones, entre otros pasivos.
El Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) ha hecho un ejercicio en el que concluye que los pasivos tradicionalmente tienen un costo del orden del 27% efectivo anual, mientras que su atención a través de TES reduce el costo, a niveles de 5.3% efectivo anual.
“Esto quiere decir concluye el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP), que se tendría en un ahorro superior al 70% anual en reconocimiento de intereses”. La operación es, pues, sin duda alguna, benéfica para las finanzas públicas.
El descubrimiento de este nuevo uso de los TES que tradicionalmente habían servido para proveer recursos de liquidez y tesorería pero que ahora sirven para sustituir pasivos costosos, está despertando un auge febril por parte del Ministerio de Hacienda.
Ya se ha anunciado que con ellos se financiará una buena parte de la operación de punto final para sanear las resquebrajadas finanzas del sistema de salud. Que se pagarán pasivos contraídos con universidades públicas. Que se pagará a contratistas acreedores como los de la Ruta del Sol II. Para pagar subsidios para la prestación de servicios públicos domiciliarios de energía eléctrica. Para el pago de bonos pensionales. Entre otros.
Es decir, las finanzas públicas han descubierto en el nuevo uso de los TES no sólo una manera de abaratar su deuda flotante, sino de inyectarle al mercado de capitales un mecanismo que bien manejado puede darle un gran dinamismo.
Ahora bien: el mecanismo sirve siempre y cuando se utilice única y exclusivamente para cancelar pasivos que ya están reconocidos de antemano por el Estado. Lo que no puede hacerse de ninguna manera es financiar con colocaciones de TES nuevo gasto público corriente. Pues ello desquiciaría toda la prudencia fiscal y rompería en mil pedazos los objetivos de la regla fiscal.
Hay que tener mucho cuidado entonces que los TES se utilicen exclusivamente para cancelar pasivos ya reconocidos, y nunca pasivos nuevos. Esto sería caer en el facilismo que inmediatamente dispararía los volúmenes de deuda pública que ya vienen por lo demás subiendo a un ritmo acelerado.
Así como en la cancioncilla citada Roberto Ruiz pagaba las cuentas de cerveza, vino y anís en que incurrieran los asistentes a esa animada fiesta, hay que tener mucho cuidado que a cargo de Don Roberto TES no se vaya a pretender pagar las cuentas de una fiesta de nuevo gasto público.