Victor G. Ricardo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Junio de 2016

La  paz estable y duradera

LA semana pasada en La Habana, Cuba,  tuvo lugar el acto donde se formalizó el pacto de cese bilateral al fuego y de hostilidades, la declaración de la forma de dejación de armas y el pacto de las zonas transitorias de concentración de los integrantes de la guerrilla de las Farc-EP. Se trata sin duda del hecho más importante en términos de solución política del conflicto armado con esta guerrilla, sin embargo no supone el acuerdo definitivo del conflicto siempre que hace falta retomar algunos puntos de los compromisos como es la forma en que se integra el tribunal de justicia transicional o restaurativa y las 48 salvedades de puntos anteriores que se dejaron para ser discutidas o retomarlas al final. Por esto es poco entendible que hubiesen realizado el acto de Cuba con la presencia de tan importantes personajes, pues como he dicho, si bien el Pacto firmado en esta ocasión tiene una relevancia indudable no se trató del acuerdo final y esto podría acarrear que algunos intenten a través de otros conductos, como por ejemplo declaraciones a los medios de comunicación, el decir cosas que aún no se han pactado o incluso distintas a las ya suscritas y que tendrán  como consecuencia la protesta de algunos de los firmantes.

 

Sería además muy importante para la salud de los acuerdos y el conocimiento de la opinión pública que el Gobierno en conjunto con un grupo de expertos cuantifique el valor de los pactos, trabaje un cronograma de ejecución de lo convenido y convoque a los líderes políticos y económicos para su socialización, haciéndolo además con todos los colombianos, para que en el futuro exista conciencia en quienes vayan a gobernar nuestro país, que es a los que les corresponderá  desarrollar el compromiso que tiene Colombia, y de esta forma evitar los casos de incumplimiento que hemos venido observando en casos anteriores, por lo cual se han realizado nuevos  movimientos de protesta social  y, por sobretodo, lograr convertir este acuerdo en una política de Estado donde no haya excluidos para que no estemos en presencia del fin de un conflicto y el inicio de otro.

 

Por otra parte hay que decir que frente al interés supremo de la paz no puede haber posiciones ni sectarias ni unipersonales, pues eso llevaría al fracaso de un esfuerzo que no ha sido solamente de este Gobierno ni del partido que representa, sino de todos los colombianos. Y, claro está, resaltar que una verdadera paz requiere el trabajar para lograr el desarrollo equitativo de los ciudadanos y la inclusión de las regiones más apartadas y que han sufrido con mayor crueldad este conflicto, siendo un compromiso y un deber de todos. Y tener claro que llegando a un acuerdo de fin del conflicto armado sin sacrificar la verdad, ni la justicia, ni la reparación,  es que se inicia la construcción de la verdadera paz.