La protección y preservación de los bosques está directamente relacionada con salvaguardar la salud humana y planetaria. Estos ecosistemas ofrecen enormes beneficios y diversas formas para preservar la vida humana, reducir la prevalencia de enfermedades y en general, promover nuestro bienestar.
Los bosques cubren necesidades básicas al proveer alimentos silvestres, medicinas, combustible para cocinar y refugio; son una barrera contra enfermedades, al ser la primera línea de defensa contra la aparición y propagación de enfermedades infecciosas (como el Covid-19 y el ébola); e incrementan nuestra resiliencia contra el cambio climático.
Esto último, teniendo en cuenta que la deforestación y degradación de los bosques y el cambio de uso de la tierra, aportan cerca de ¼ de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en el mundo, lo que representa más del total de emisiones del sector transporte global. Por eso cuidar los bosques es una acción poderosa para mitigar la crisis climática.
Mientras más bosques se pierden, más especies quedan sin hogar y sin posibilidades de sobrevivir, y más difícil se vuelve luchar contra el cambio climático. Al mismo tiempo, mientras más cambia el clima, más vulnerables son estos ecosistemas a eventos extremos, como es el caso de los incendios que devastaron desde el Amazonas hasta Australia y el Ártico en 2019.
Josefina Braña-Varela, líder de la práctica de Bosques de WWF, presenta cuatro formas en las que se puede trabajar por la conservación de los bosques y asegurarlos como aliados para proteger la vida humana y la biodiversidad en los próximos años.
Los árboles, los mejores aliados para la captura de carbono: Hoy se habla mucho sobre tecnologías emergentes que podrían extraer dióxido de carbono de la atmósfera. Sin embargo, estas no solo se encuentran en las primeras etapas de desarrollo, sino que aún se desconocen los impactos que tendrían. Esto nos lleva de vuelta a las mejores “máquinas” de captura de carbono que históricamente hemos utilizado en el planeta: los árboles, que son una pieza irremplazable en el rompecabezas climático.
Por esta razón, debemos forjar alianzas para aumentar la inversión y el apoyo a proyectos de restauración alrededor del mundo, que, por supuesto, planten los árboles adecuados (priorizando especies nativas) en los lugares correctos. Las acciones de restauración de los bosques no solo hacen parte de la solución climática, sino también de la conservación de la biodiversidad y la salud humana.
Financiar áreas protegidas como un alivio para los bosques y las comunidades: Estudios muestran que las áreas protegidas (parques, refugios, reservas y en particular los territorios manejados y protegidos por comunidades y pueblos indígenas) son una de las intervenciones más efectivas para prevenir la deforestación. Y una de las razones es que el costo anual global para administrar aquellas que están en países en desarrollo es de $2.5 mil millones de dólares.
Esta cifra tal vez parezca astronómica para una persona promedio, pero es una gota de agua en el contexto de la economía global. Sin embargo, las áreas protegidas están crónicamente subfinanciadas: se calcula que los gobiernos de los países en desarrollo invierten en ellas menos de un tercio de lo que necesitan cada año. Como consecuencia, su manejo es deficiente.
Para ayudar a cubrir esa brecha, WWF y sus socios están utilizando el modelo “Project Finance for Permanence” o “Financiamiento de Proyectos para la Permanencia”, para atraer financiamiento para las áreas protegidas. De esa manera, en 2014 WWF trabajó con donantes y el gobierno brasileño para crear un fondo de US$215 millones para proteger el 15% de la selva amazónica.
Cosechar árboles para salvar el bosque es otro camino clave a la sustentabilidad: La madera, el papel y otros productos forestales son renovables, a menudo biodegradables y, cuando provienen de bosques manejados de manera responsable, pueden tener una huella de carbono más baja que otros materiales como el acero, el hormigón y el plástico. Cuando los bosques que se manejan de manera responsable, también continúan absorbiendo dióxido de carbono y proporcionan un hábitat importante para la vida silvestre, mientras estos productos y servicios pueden generar ingresos para ayudar a que los árboles se mantengan en pie.
Regresar al vínculo intrínseco entre bosques y salud humana: Trabajando conjuntamente con organizaciones dedicadas a la conservación, los tomadores de decisiones y los formuladores de políticas públicas deben integrar consideraciones ambientales en estrategias dedicadas a promover la salud humana, por ejemplo, contribuyendo al diálogo sobre las consecuencias de la deforestación global y la importancia del manejo forestal y los paisajes sostenibles.
Además, es necesario identificar y priorizar intervenciones que beneficien tanto a los bosques como a la salud humana, promover la investigación para ampliar el conocimiento sobre el nexo entre los bosques y la salud, y participar en alianzas y plataformas estratégicas.
“Si seguimos destruyendo bosques y selvas al ritmo actual, perderemos 1.7 millones de km2 más para el 2030 y hasta 2.3 millones de km2 de bosques y selvas para el 2050. Esa es un área que equivale aproximadamente a perder todo el territorio de Colombia, Ecuador y Venezuela, juntos”, explica Braña-Varela.