Un aire menos contaminado, ejemplares de fauna silvestre deambulando por las grandes ciudades sin el riesgo de ser atropellados o reducción de gases de efecto invernadero, son algunos de los beneficios que trajo la pandemia del coronavirus en un año de contrastes para el medio ambiente.
El incremento en la temperatura con un 2020 entre los tres más calurosos desde que se realiza la medición, el deshielo del Ártico o el incremento de los tifones, tormentas tropicales; la hambruna o la disminución productiva, son algunos de los efectos adversos que deja el covid-19.
“Aunque el alivio sea momentáneo y no resuelva de fondo la crisis climática actual, lo cierto es que el coronavirus está trayendo buenas noticias al medio ambiente”, dijo en su momento el secretario de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
Visitantes inesperados
La pandemia empezó justamente hace un año en Wuhan, China, pero fue meses después que se empezó a confinar el mundo.
De a poco, ante la propagación del covid-19, las ciudades fueron quedando desiertas, y el silencio y el ambiente más limpio, se convirtió en un aliado para que los animales salvajes irrumpieran y se adentraran en los centros urbanos como si exploraran nuevos ecosistemas.
Las redes sociales recogieron muestras de cómo la crisis del coronavirus cambió los ritmos de la vida ciudadana y actuaron como un termómetro que dio señales de la salida de la fauna a escena con un protagonismo que hasta ahora no tenía.
Es así como los pavos salvajes aparecieron por el centro de Oakland, en California y hasta en Madrid, España. También los jabalíes, que viven refugiados en Collserola, bajaron hasta el centro de Barcelona y se dejaron ver más relajados que nunca hurgando en los jardines.
También impactó la imagen de un oso, que normalmente vive en áreas limítrofes en lugares no frecuentados por el hombre, y aprovechó la cuarentena para incursionar en un pueblo en Ventanueva (núcleo de Cangas de Narcea, Asturias).
También en Lopburi, Tailandia, los monos que viven de la comida que les dan los turistas, se dejaron ver por las calles del poblado.
Colombia no fue la excepción. En el barrio el Poblado de Medellín aparecieron en los jardines de las casas varios perros lobo que se pasearon con toda tranquilidad ante la ausencia de personas que los incomodaran.
Sin embargo, no fueron los únicos. Otras especies recorrieron las calles incluso de Bogotá, solo que con la flexibilización de las medidas restrictivas para frenar el avance del coronavirus, el espacio que habían ganado, lo volvieron a perder.
De acuerdo con los expertos en el tema, en esa colonización llevaron la delantera las llamadas especies-rendija o los arácnidos o los dípteros (los insectos voladores), que aprovechan cualquier oportunidad para ganar espacios.
No obstante, también se vieron deambular por las grandes ciudades los carnívoros como leopardos en India y los zorros que se adentraron en Londres.
De acuerdo con Antoni Alarcón, director del Zoológico de Barcelona, la razón de haber disfrutado de animales silvestres en las calles fue el sosiego de los territorios.
Calidad del aire
Los confinamientos a nivel mundial también sirvieron para mejorar la calidad del aire. Los medios de transporte se redujeron a su más mínima expresión y las grandes fábricas cerraron.
Es así como, de acuerdo con cálculos del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) en Estados Unidos, el cierre de fábricas y comercios en China –nación en la que tuvo origen el covid-19, al igual que las restricciones de traslados aéreos impuestas (se estima que entorno al 5% de la contaminación del mundo pertenece a los aviones) produjo una disminución en las emisiones de CO2 de, al menos, un 25%, debido a la reducción en el consumo de combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón, entre otros, una cifra que representa, a nivel global, una reducción del 6% aproximadamente.
Lo mismo ocurrió en cada uno de los países durante el confinamiento. Mejoró la calidad del aire gracias a que las fábricas cerraron y disminuyó el transporte.
En Bogotá y Medellín, ciudades que estaban en alerta roja por la contaminación, los niveles descendieron a normal, es decir que se respiró un aire puro. Sí, en pasado porque, aunque hoy no se ha regresado a una contaminación crítica como en marzo, sí ha empeorado.
La Agencia Espacial Europea (ESA) difundió imágenes de satélite que mostraron una disminución significativa, también en Italia, en cuanto a la concentración de contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO2).
Según explica la ESA, la contaminación en el aire de este país europeo, sobre todo en su zona norte, bajó “de manera drástica” después de que las autoridades italianas decretaran la cuarentena.
Por su parte, la NASA también divulgó imágenes de satélite que revelaron las caídas drásticas en el dióxido de nitrógeno a medida que las personas se quedaban en casa y las industrias se ponían en pausa: primero China, después Italia y ahora en España, principalmente en lugares como Madrid y Barcelona, tras el decreto establecido por las autoridades para que los ciudadanos se aíslen en sus casas.
Efectos negativos
No todo ha sido positivo para el clima durante esta pandemia. El cambio climático se ha sentido en hechos como el incremento de las tormentas tropicales, ciclones, tifones y huracanes.
Con el avance del cambio climático, estos fenómenos naturales aumentan intensidad. Es por ello que los que se forman en océanos son más cálidos, transportan más humedad y tienen más duración. Esto significa que, a medida que el mundo continúa calentándose, es más probable que los huracanes lleguen a comunidades más tierra adentro y sean más destructivos.
En 2020 la cantidad de ciclones tropicales a nivel mundial fue superior a la media, con 96 ciclones registrados al 17 de noviembre en la temporada de 2020 en hemisferio norte y la de 2019-2020 en el hemisferio sur.
En la región del Atlántico Norte la temporada fue excepcionalmente activa: al 17 de noviembre se habían producido 30 tormentas tropicales, más del doble del promedio a largo plazo (1981‑2010) y se había superado el récord de una temporada completa, establecido en 2005. En fechas en que el periodo normalmente está llegando a su fin, dos huracanes de categoría 4 tocaron tierra en América Central en menos de dos semanas durante el mes de noviembre, provocando inundaciones devastadoras y numerosas víctimas.
El ciclón Amphan, que tocó tierra el 20 de mayo cerca de la frontera entre la India y Bangladesh, fue el ciclón tropical con daños más costos en el océano Índico septentrional desde que se iniciaron los registros. Las pérdidas económicas en la India se estimaron en aproximadamente 140.00 millones de dólares. Cabe destacar que las evacuaciones en gran escala de las zonas costeras de la India y Bangladesh contribuyeron a reducir el número de víctimas en comparación con las registradas durante los ciclones que impactaron anteriormente la región.
Para Colombia la gran preocupación es que nunca había sufrido el azote de un huracán y menos de categoría cinco. Iota arrasó con San Andrés, Providencia y Santa Catalina y generó fuertes lluvias en otras ciudades, al punto que casi la totalidad de Cartagena sufrió inundaciones.
Hambruna
El hambre en el mundo se ha agravado debido a las repercusiones de la pandemia de coronavirus, según alertó la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La agencia especializada de la ONU, estima que 45 países necesitan hoy en día asistencia alimentaria exterior.
“Las repercusiones de la pandemia de covid-19, en particular en lo que respecta a la pérdida de ingresos, son un factor importante para los niveles de inseguridad alimentaria mundial”, subrayó en un informe difundido el pasado jueves.
“La pandemia está agravando e intensificando las condiciones ya de por sí frágiles ocasionadas por conflictos, plagas y perturbaciones meteorológicas, como los recientes huracanes en América Central y las inundaciones en África”, recalcó.
Entre los 45 países más afectados que necesitan ayuda, 34 se encuentran en África. En la lista figuran también Haití y Venezuela.
En un informe el organismo calcula que unos 47,7 millones de personas padecieron hambre durante 2019 en América Latina, en un deterioro que implicó un incremento de más de 13 millones de personas en los últimos cinco años y “que se agudizaría” este año por el coronavirus.
Según el estudio de la agencia de Naciones Unidas, el índice de los precios de los alimentos en el mundo aumentó “bruscamente” alcanzando en noviembre su “nivel más alto en seis años”.
“El aumento mensual fue el más pronunciado desde julio de 2012 y situó el índice en su nivel más elevado desde diciembre de 2014”, calculan los expertos de la entidad que hacen un seguimiento de los precios de los alimentos más comercializados a escala mundial.
Temperatura
El cambio climático continuó su implacable marcha durante 2020 y está en camino de ser uno de los tres años más cálidos desde que se iniciaron los registros. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la década de 2011 a 2020 será la más cálida de la que se tiene registro y los seis años más cálidos son los relacionados desde 2015.
El calor oceánico ha alcanzado niveles récords. En 2020 una ola de calor afectó en un momento dado más del 80 % del océano mundial, ocasionando amplias repercusiones en los ecosistemas marinos ya amenazados por una mayor acidificación de las aguas debido a la absorción de dióxido de carbono (CO2), según el informe provisional de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2020.
El informe, que se basa en las contribuciones de numerosos expertos y organizaciones internacionales, ilustra cómo fenómenos de alto impacto, como el calor extremo, los incendios forestales y las inundaciones, así como una temporada de huracanes en el Atlántico que batió récords, afectaron a millones de personas, agravando las amenazas de la pandemia de covid‑19 a la salud, la seguridad humana y la estabilidad económica.
De acuerdo con el informe, pese al confinamiento por la covid-19, las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero continuaron aumentando, condenando al planeta a un mayor calentamiento por muchas generaciones más debido a la larga permanencia del CO2 en la atmósfera.
“En 2020, la temperatura media mundial será alrededor de 1,2 °C superior a los niveles preindustriales (1850-1900). Hay al menos una probabilidad sobre cinco de que supere temporalmente los 1,5 °C en 2024”, dijo el secretario de la OMM, profesor Petteri Taalas.
“Este año es el quinto aniversario del Acuerdo de París sobre cambio climático. Celebramos todos los compromisos que los gobiernos han contraído recientemente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ya que actualmente no vamos por buen camino y debemos redoblar nuestros esfuerzos”dijo.
“Los años récords de calor han coincidido generalmente con un fuerte episodio de El Niño, como fue el caso de 2016. Actualmente se está desarrollando un episodio de La Niña, que si bien tiene un efecto de enfriamiento de las temperaturas mundiales, no ha sido suficiente para contrarrestar el calor de este año. Y aunque en la actualidad se dan condiciones propias de La Niña, en este año ya se ha registrado un aumento de las temperaturas casi récord, comparable al récord anterior de 2016”, añadió el profesor Taalas.
Hielo marino
Desde mediados de los años ochenta, el Ártico se ha calentado por lo menos dos veces más rápido que el promedio mundial, consolidando así una tendencia a la reducción de la extensión del hielo marino durante el verano en esta zona, que tiene repercusiones en el clima de las regiones de latitud media.
Los hielos marinos del Ártico alcanzaron su mínimo anual en septiembre, y es el segundo valor más bajo del registro satelital de 42 años. La extensión de hielo marino del Ártico durante los meses de julio y octubre de 2020 fue la más baja registrada.
En el mar de Laptev la extensión del hielo marino se ha reducido excepcionalmente durante la primavera, el verano y el otoño, y la ruta marítima septentrional estuvo sin hielo o casi sin hielo de julio a octubre de 2020.
La extensión de hielo en la Antártida durante 2020 estuvo cerca o ligeramente por encima de la media de los últimos 42 años.