Un Congreso desconectado | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Octubre de 2020

*La insólita propuesta para aumentar curules

*Acabar circunscripción nacional para Senado

 

La base de la democracia representativa no es otra que la capacidad de quienes fueron elegidos por la ciudadanía para interpretar y representar lo que ésta requiere y necesita. Mantener esa sintonía es un deber de todo aquel que llega a un cargo por la vía de las urnas y más aún en el caso de los cuerpos colegiados, como el Congreso, las asambleas departamentales y los concejos municipales. Teniendo en cuenta esa premisa tan básica no se entiende cómo es posible que en el Parlamento, siquiera se haya planteado la posibilidad de que se ampliara el número de curules en el Senado, una idea a todas luces contraria al sentir mayoritario de los colombianos, que han evidenciado por todos los medios posibles la necesidad de disminuir el tamaño, el costo y la ineficiencia del poder Legislativo.

Precisamente hace dos semanas traíamos a colación los resultados del referendo en Italia en donde mayoritariamente los electores apoyaron la propuesta de reducir casi en una tercera parte el número de escaños en la Cámara de Diputados y el Senado. Recordamos en esa ocasión que el colombiano es uno de los congresos con mayor número de integrantes en el continente y, sobre todo, con salarios muy por encima del promedio de otros países latinoamericanos.

Precisamente por ello es que en los últimos meses se han puesto sobre la mesa distintos proyectos de acto legislativo e incluso propuestas de plebiscito para avanzar hacia una disminución del número de representantes a la Cámara y senadores en Colombia, bajo la tesis de que en estos momentos de emergencia por el duro coletazo de la pandemia se requieren mayor eficiencia institucional y austeridad presupuestal, con el fin de redirigir recursos a la atención de los más golpeados por la crisis sanitaria.

Como se dijo al comienzo, la idea de aumentar en 12 curules el Senado se sale de cualquier lógica y evidencia el alto grado de desconexión de la clase política representada en el Congreso no sólo con el clima de la opinión pública sino con las realidades nacionales en medio de la que es, sin duda, la situación crítica más grave de las últimas décadas.

Sobra recordar que, según las encuestas, el Parlamento el que tiene la imagen más desfavorable de las instituciones en Colombia. Lo cual es consecuencia no solo de la persistencia de los vicios politiqueros en el accionar del Legislativo, sino también de la recurrente negativa de los llamados “padres de la Patria” a atender solicitudes ciudadanas muy sentidas como las que se han registrado este año, en medio de la pandemia, para que aceptaran una disminución salarial automática y que dichos dineros se invirtieran en la atención urgente a los sectores poblacionales más vulnerables y golpeados por la emergencia sanitaria. Ni siquiera avanzó la idea de recortarles los gastos de representación y viáticos… Tampoco tuvo eco que los titulares de los más de 270 escaños donaran una parte de su sueldo para financiar necesidades apremiantes como la compra de insumos médicos y la adquisición de respiradores mecánicos para enfrentar la pandemia.

Desde estas páginas hemos reiterado que se requiere una reforma al origen y estructura del Legislativo. Es claro que la circunscripción nacional de Senado ha sido, de lejos, causa principal del encarecimiento y envilecimiento de la actividad política y disparadora de vicios tan recurrentes como la compra de votos, la trashumancia y la financiación ilícita de campañas.

Es evidente, también, que la circunscripción nacional para escoger los senadores es la causa de que casi una tercera parte de los 32 departamentos tengan bajísima o nula representación en este cuerpo colegiado. Ello mientras algunas regiones se dan el lujo de contar con siete, ocho o más integrantes en la Cámara Alta. De igual manera resulta innegable que no pocos senadores se dedican en campaña a captar por todo el país dirigentes locales y seccionales con el fin de sumar la mayor cantidad de votos posible pero sin tener la más mínima identificación con los problemas y necesidades de esas zonas en donde van, única y exclusivamente, a ‘cazar’ apoyos.

Visto todo lo anterior que comprobado, una vez más, que una representación equitativa de todos los departamentos en el Senado no se va a conseguir por la vía de aumentar las curules en éste, para lo cual no hay margen político, popular ni presupuestal. Se hace urgente, por el contrario, avanzar hacia una reforma constitucional que instaure la figura de la circunscripción regional para esta corporación legislativa. Esa es una postura que tiene mucho eco en la opinión pública pero que el actual Parlamento, por su desconexión con ésta, insiste en ignorar.