Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Julio de 2016

EL SEPTIMAZO

Imperfecta

QUIERO un corazón bueno/no carne de fusiles; quiero un día soleado/no el fulgor de una victoria/ (…) quiero un hijo risueño que sonría al día/no una pieza suelta de una máquina de guerra” canta en un verso mi amado Mahmud Darwish, un poeta palestino que supo de guerra tanto como nosotros, solo que la vivió en carne propia no desde la comodidad de un sofá y mediada por la televisión mientras otros le ponen la carne al cañón.

 

Entonces, una frase monolítica, expresada al caer la tarde del 23J por César Gaviria con la fuerza de un aforismo délfico me saca de mi lectura: “Colombia debe elegir entre una paz imperfecta o una guerra perfecta”; recuerdo entonces que cosa similar ya había sido dicha por Jan Egeland, el entonces vocero de la ONU durante los fallidos tiempos de El Caguán.

 

Paz perfecta solo la de los sepulcros, paz fingida la del saludo en la Misa y para utopías La Paz Perpetua de Kant, una propuesta más jurídica que ética que quiso volver ilegal la guerra. Así que asumámoslo: la paz que sobrevendrá será no solo imperfecta sino dolorosa, traumática, caótica, complicada, pero será nuestra, no de Santos ni de Timochenko, sino de todos.

 

De seguro cuando Gandhi afirmó que “no hay camino para la paz, la paz es el camino”, pensó que la paz se construye andando en su dirección, sin esperar a que sea perfecta. De paz imperfecta han hablado investigadores como Francisco Muñoz, del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, en España, quien nos invita con su trabajo de décadas a reconocer la paz como una realidad dinámica, procesual e inacabada.

 

“Formarán la paz imperfecta todas aquellas situaciones en las que se consigue el máximo de paz posible de acuerdo con las condiciones sociales y personales de partida”.

 

La nuestra no será pues una paz de silicona. Dejemos de temerle a la imperfección, que humanos como somos, nos parecemos más a una piñata de la calle 53, variopintos y diversos, cargados de pequeñeces y de egoísmos, que a la perfección de los dioses.

 

Para declararle mi amor a la paz, y ahora que están tan de moda los youtubers, acudo a uno que me encanta, Aldo Narejos, un cantautor que desafía la industria musical publicando álbumes gracias al micromecenazgo o crowdfunding, el que deberíamos practicar todos para construir lo que viene ahora: “Te quiero así /Tan imperfecta y sin igual/ Te quiero así”.