Los latinoamericanos despedimos al 2017 apesadumbrados por ver a cuatro dictadores atornillados al poder en nuestro continente. Hombres que acabaron con lo que significa la democracia; libertad de expresión, libre albedrio, dónde y cómo se quiere vivir; libertad para ejercer el comercio, ser dueño de un pedazo de tierra, vivienda y tienda propia; el derecho a heredar, lo que nuestros padres nos dejan después de una vida de trabajo.
Claro, el campeón y mentor de los dictadores latinoamericanos, el régimen que los otros tres copian y obedecen, es Raúl Castro, heredero de Fidel, quien desde 1959, bajo toda clase de falsas promesas y brutal represión, se hizo al poder en Cuba y ahí está aún, cementado al “trono”, casi 7 décadas después.
Nada ha logrado desatornillar a los Castro del poder. Ni las hambrunas y la angustiosa escasez de todo lo básico, causadas por su pésima administración de las riquezas del país. Los Castro prefirieron crear un paredón y fusilar a sus opositores antes que entregar el gobierno. Prefirieron ver huir desesperados a millones de cubanos, en búsqueda de libertad y pan, que retornar a la democracia. Oídos sordos al dolor de su pueblo, pueblo que hoy escasamente vislumbran qué pasa fuera de su isla, cómo se vive en libertad cuando se rompen las cadenas de una dictadura.
Y para allá van los gobiernos de: Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua; dictaduras de hecho, aunque hayan llegado al poder vía voto popular. Hoy estos hombres y sus “cortesanos” se han enroscado al poder al estilo de los Castro, o de cualquier deplorable dictador, a costa del manipuleo, enmendación y casi anulación de la Constitución Política de sus naciones. Dictadores expertos en maniobras mañosas, con el acuerdo inicial del poder judicial y legislativo; que actuaron como idiotas útiles, encandelillados por las engañosas propuestas del Socialismo de Siglo XXI.
Para acaparar el poder, estos opresores han actuado de manera similar, cumpliendo el libreto moderno de la extrema izquierda. Primero llegan al gobierno fingiendo ser demócratas, garantizando el respeto de la Constitución y las leyes. Luego, inventan la necesidad de una reelección inmediata “por el bien del pueblo y por una vez nada más”. Después, reclaman una y otra reelección; manipulando las elecciones, haciendo descarado fraude, reprimiendo a la prensa y a los opositores, comprando jueces, magistrados, fiscales y militares.
Castro, Maduro, Morales, Ortega, y sus combos, no planean soltar el poder y, hasta ahora, para desgracia de sus pueblos, lo han logrado.
Hay que dar gracias que Argentina supo zafarse de las garras de Cristina Kirchner, quien estuvo cerca de lograr otra reelección, mientras destruía la economía de su país, que hoy, lenta y dolorosamente, Mauricio Macri lucha por recuperar.
¿Qué prometieron los socialistas del Siglo XXI latinoamericanos para deslumbrar a sus pueblos? Lo mismo que prometieron los comunistas del Siglo XX: igualdad. Y ¿que han logrado? La igualdad en la pobreza. Ahora sus gentes todas son pobres, menos las elites gobernantes, los partícipes del poder, los familiares y los acólitos de los dictadores.
Para el 2018 deseo que los cubanos, venezolanos, nicaragüenses y bolivianos, de alguna manera, logren salir de sus dictadores y que Colombia escape el canto de la sirena comunista. Deseo una América Latina, prospera y libre en 2018.