Al vaivén de la política | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Diciembre de 2020

La Real Academia de la Lengua española define la palabra “vaivén” con estas tres acepciones que se ajustan al sentido político que le aplicamos a este escrito: 

1. m. Movimiento alternativo de un cuerpo que después de recorrer una línea vuelve a describirla en sentido contrario. 

2. m. Variedad inestable o inconstancia de las cosas en su duración o logro. 

3. m. Encuentro o riesgo que expone a perder lo que se intenta, o malograr lo que se desea. 

Le corresponde al señor presidente, Iván Duque, ejercer sus funciones atendiendo las múltiples exigencias de su cargo. Fuera de la abrumadora carga de responsabilidades que no están escritas, las que al no resolver sus subalternos bajo la presión de las circunstancias lo obligan a intervenir. Aún en medio de los efectos adversos y los peligros del Covid-19, lo vemos moverse por el país y  en el exterior en jornadas extenuantes. Un día aparece en Bolivia, otro en Providencia, Cartagena en el sur del país, en un constante esfuerzo por seguir los asuntos locales y nacionales, las obras, los proyectos, solucionar conflictos y atender necesidades locales o revisar lo que hacen sus agentes, sin descuidar la imagen televisiva.

Me cuentan que se esfuerza de manera virtual, con un programa especial para eso, en seguir las tareas de sus ministros y funcionarios. El trato con las Fuerzas Armadas ha sido permanente y se cumplen las reuniones con los altos mandos en jornadas que suelen se agotadoras, de las que sale fresco y suele atender a la prensa y los medios.  Por lo mismo, el Presidente, estuvo discreto en el manejo de la crisis policial, con el general William René Salamanca, valioso oficial al que le tocó esa papa caliente y al que habrían crucificado de no actuar, al cumplir con el deber de investigar al general Atehortúa, dándole plena oportunidad de defenderse. Y de esa crisis surge el nombramiento como jefe de la institución el general Luis Vargas Valencia, uno de los oficiales mejor calificados y competentes de la institución, cuya mística por intentar restablecer el orden en Colombia es su obsesión.

Aquí se cumple la primera acepción de la palabra “vaivén”. Puesto que, superada la crisis policial, con dicho nombramiento del presidente Duque y su ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo, se vuelve a los fueros objetivos esenciales de la institución en momentos en los cuales los enemigos de la sociedad quieren debilitar a la Policía. Por eso, El Nuevo Siglo y su Director Juan Gabriel Uribe, escogen al presidente Duque, como personaje del año, con beneplácito general. 

En el caso del nombramiento de Daniel Palacios, como ministro de Gobierno por la renuncia de su titular Alicia Arango, quien lo hizo muy bien, lo mismo que como ministra de Trabajo, en algunos círculos políticos produjo estupor, dado que algunos consideran que había mejores opciones y le falta peso en la cola. El Nuevo Siglo, hace  un excelente análisis en la nota Lecturas Ministeriales, donde dice que se “sorprendió a algunos sectores políticos que dudan de que el sucesor de Alicia Arango en la cartera política tenga el suficiente bagaje para manejar la coalición gubernamental en el Congreso, en donde los pasos pesados de cada bancada suelen ser cada vez  más difíciles de convencer para apoyar las iniciativas legislativas que la Casa de Nariño quiere aprobar con prioridad”.

Y agregan: “hay dos formas de leer esa designación, una que el gobierno abandona la posibilidad de hacer las grandes reformas que se supone debe presentar el próximo año al Congreso, y ahora se concentrara en gerenciar el plan anticovid. Y dos, que Duque decidió que personalmente va manejar la coalición y tratará directamente con las bancadas. Palacios es un buen profesional, pero le falta recorrido, credibilidad, ascendencia sobre las bancadas y sobre todo capacidad de maniobra para manejar a varios tigres en el Congreso que solo buscan interlocución con Presidente”. El futuro de Palacios pende de que sume y no reste, evite lo safio, adquiera prudencia, visión y sabiduría, de lo contrario se cumplirá la tercera acepción de vaivén: perder lo que se intenta.