ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Junio de 2012

Valerie y las brujas de Salem

A diferencia de Don Quijote: “no es mi oficio andar por el mundo enderezando entuertos y desfaciendo agravios”, lo que no impide que comente  el bochornoso drama  que agobia a  la encantadora Valerie Domínguez, por los líos en sus negocios con el Estado de su exfamilia política, cuyas distinguidas damas en los estrados  han vociferado y lanzado impiadosos dardos  contra la actriz.

He seguido el drama de Valerie  en el convencimiento de que es una persona noble y de bien, que produce  natural simpatía, menos en aquellos  que profesan  envidia visceral contra las criaturas más  agraciadas por la naturaleza, así sean  minoría. Presumí que tan pronto se conociera su versión la desvincularían del proceso. Me llamó la atención que la acusación  la envolviera en el delito de peculado por apropiación, dado que, finalmente, ni arrendó el predio en cuestión, ni lo recibió, ni aceptó la negociación, ni se benefició de dinero oficial alguno.

 Por las  noticias del escándalo colegí  que tan pronto Valerie declarara y explicara que nunca recibió dineros por el predio que su dueño el conocido empresario  subdividió para obtener jugosos estímulos oficiales, cuando  ella salía  con su hijo, quedaría por inocencia y sustracción de materia fuera del caso.

Mi sorpresa y la de millones de colombianos ha sido mayúscula al  enterarnos de que el fiscal Moreno acumuló 79 pruebas contra ella y acudió a una suerte de  adivina que detecta las mentiras, para poner en duda y rechazar  la versión de los hechos de Valerie. Lo que me hizo recordar  que en el juicio  por brujería de Salem en 1692, en el Tribunal la parte acusadora adujo contra la más bella que la hermosura  de las brujas era señal de su poder diabólico, en un ambiente antijurídico en el cual prevalecen los chismes y se desdeñan las auténticas pruebas de inocencia. Algo va de 1692 al 2012.

El sistema acusatorio implementado en Colombia es copia del de Estados Unidos, que se inspira en los avances investigativos de los inquisidores de la Edad Media, y le da competencia a la Fiscalía para ahondar en la investigación, negociar con las partes, sopesar confesiones para conseguir beneficios, en ningún caso en mi supina ignorancia he sabido que la metodología científica se mezcla con asuntos adivinatorios o de inspiración irracional.

Al  aprobar la Fiscalía en la Carta de 1991, Álvaro Gómez aclaró que la institución se enmarcaba dentro de nuestra tradición jurídica, dado el conocimiento que  tenía del carácter y la mentalidad colombiana en cuanto al falso testimonio. Con posterioridad se introdujo la oralidad, con la anglomanía propia de algunos políticos colombianos que copian al calco leyes e instituciones de otros países sin tener en cuenta la idiosincrasia nativa.

Nota. Manes de la anglomanía. Funcionarios acuciosos piden  que no se enciendan los bombillos para emitir menos óxido de carbono, cuando el 85 por ciento de nuestra energía es hidráulica. Siendo que las flatulencias del ganado colombiano producen más contaminante gas metano. ¿Qué harán entonces? Lo que conviene a Estados Unidos no siempre se aplica en Colombia.