Soy de la opinión que últimamente, en el marco de la actual pandemia por el Covid-19, han ocurrido tres hechos que no tienen perdón ni justificación alguna.
El primero de ellos radica en los actos de corrupción que en algunas alcaldías, gobernaciones y entidades, personas han cometido con los auxilios otorgados a las personas necesitadas y pobres con motivo del coronavirus. Es realmente increíble y llevado al último extremo de corrupción y de la pérdida de valores, que haya personas que ante la tragedia de muchos como consecuencia de la pandemia que estamos viviendo, aprovechen para comprar mercados por precios superiores a los reales, sacando tajada para ellos o comprando productos de mala calidad o simplemente robándose en dinero, pues aparentan comprar un número de mercados superiores a los que realmente después se entregan. Estos corruptos deberán recibir el mayor castigo posible por delincuentes y miserables.
El segundo hecho repudiable es la actitud de la mayoría de los bancos en estos críticos momentos que hemos vivido, al tener que cerrar negocios y empresas por las cuarentenas decretadas, que aprovechándose de las líneas de crédito a intereses especiales o blandos y que a largo plazo ha establecido el Gobierno nacional, lo que han hecho es cambiar los créditos que las o empresas tenían y que ahora presentan algún riesgo, a los créditos de las líneas establecidas por Bancóldex para no correr ellos ningún riesgo, es decir pasándole todo el riesgo a las entidades del Estado y no llevando plata nueva y necesaria para salvar las empresas.
Ahora bien, en el caso de aquellas empresas o negocios que no vean los bancos que tengan riesgos mayores les otorgan créditos, pero a tasas de interés bastante altas, aduciendo que los riesgos han crecido y además con garantías reales. Claro que no estoy diciendo que no deban cuidar sus recursos, pero al menos se esperaba que apoyaran un poco más la economía en momentos tan difíciles para nuestro país. No se la ha visto al sector bancario solidaridad de país a pesar que cuando ellos han estado en dificúltales los gobiernos los han salvado de la quiebra.
La Superintendencia Financiera debe mandar sus grupos de inspección a verificar que las líneas de crédito establecidas por el gobierno realmente hayan sido manejadas como lo dispuso el Estado y cumplido el objetivo para lo cual fueron creedlas.
Por último, el tercer hecho es el de ‘empresas muy importantes’, que no han sufrido en forma grave la crisis vivida por la mayoría, porque han seguido funcionando y vendido, que sin ningún sentido de solidaridad han aprovechado las circunstancias que vivimos, para llamar a los propietarios de locales por ellos arrendados, a solicitarles rebaja en los contratos de arriendo e incluso por otra parte han llamado a sus empleados a rebajarles sus sueldos. Esta clase de empresarios absolutamente materialista, la sociedad debería registrarlos, para que también reciban el castigo social por insolidarios y aprovechadores al no pensar sino en sus utilidades.
Colombia requiere de hechos ejemplarizantes que le devuelvan sus valores y el sentido de apoyo y solidaridad, pues sin estas condiciones es difícil construir un país sobre bases sólidas.