Esta semana se confirmó la noticia de que las autoridades del Reino de Arabia Saudita han decidido sacar en su bolsa de valores doméstica una porción de las acciones de Aramco. La compañía petrolera del Reino, para ofrecerla a potenciales inversionista.
Esta noticia reviste la mayor importancia por diversas razones. Aramco produce 10 millones de barriles al día, atiende el 11% de la demanda mundial, es -de lejos- la compañía petrolera más rentable del mundo. Y maneja las reservas de hidrocarburos más grandes del planeta.
Esta decisión había sido anunciada por el poderoso príncipe heredero de Arabia Saudita Muhammad bin Salman, el mismo que se vio envuelto en el escándalo aún no esclarecido del periodista de la oposición Khashoggi en el consulado saudí de Estambul. Y hace parte de un programa de largo plazo que busca financiar la diversificación de la economía saudí hacia actividades diferentes de las petroleras.
La decisión ha llamado poderosamente la atención de la opinión pública internacional porque, en cierta manera, demuestra que las autoridades del reino saudí perciben que el futuro de la economía del petróleo, a mediano plazo, no está plenamente despejada. Y quieren por lo tanto ir diversificando sus actividades económicas.
Hace algunos años se puso de moda una expresión y una metodología de análisis de las perspectivas energéticas que se denominó la teoría del “pico petrolero”. Esta metodología trataba de establecer el punto a partir del cual la producción de petróleo en el mundo empezaría a ser inferior a la demanda. Ahora, por ejemplo, la revista The Economist en su última edición, aplica la teoría del “pico” analizando la noticia de Aramco pero ya no como un punto de quiebre entre las proyecciones de producción y demanda, sino como el momento a partir del cual la demanda mundial de hidrocarburos empezará a declinar. Principalmente por todo lo relacionado con el cambio climático.
La diversificación de las canastas energéticas de los diversos países es uno de los imperativos de la geopolítica energética en los años venideros. Por eso hay que aplaudir con entusiasmo los éxitos que vienen teniendo las subastas y las medidas adoptadas por el gobierno colombiano para darle mayor peso a las energías no convencionales dentro de la matriz energética del país. Los resultados de la última subasta son muy alentadores y ojalá sigamos en esa dirección.
La prensa especializada va a estar muy pendiente de ver cuáles son los resultados de esta primera salida de Aramco a bolsa. Por el momento apenas es una salida tímida: se ofrecerán entre 2% y 3% de las acciones de Aramco y ello se hará en la bolsa de valores doméstica. Pero nada hace descartar que si la operación es exitosa se hagan ofertas de paquetes adicionales de acciones en los mercados internacionales.
La decisión de Arabia Saudita que implica una revelación completa de los entresijos financieros de esta gigantesca compañía en sus “prospectos” de emisión (valor estimado de la compañía, reservas y perspectivas) hace presagiar una política mucho más transparente de los detalles y pormenores del complejo mundo petrolero de Arabia Saudita.
Vale la pena anotar que ni siquiera el reciente atentado con drones que acarreó daños importantes a la más grande refinería de Arabia Saudita pudo suspender la operación de salida a bolsa de Aramco, que ya es una realidad.