Pletórico de emoción, Timochenko, jefe máximo de las Farc, en su discurso luego de firmar el “maquillado” acuerdo de paz, en el Teatro Colón el 24 de noviembre, declaró: “Destacamos la importancia que tendría para el país un gobierno de transición, cuyo propósito fundamental sea el cumplimiento cabal de los acuerdos de La Habana”. Así destapó sus cartas y puso al país entero a hacer cábalas.
¿Fueron palabras imprudentes del líder narcoguerrillero; fue una manera de soltar una “chiva” aprovechando una gran audiencia nacional e internacional; o fue algo pensado y ya pactado en la mesa de La Habana?
Creo que fue lo último, algo muy analizado y ya negociado en La Habana. Quizá, fue la composición de este “gobierno de transición” lo que realmente se acordó en la famosa semana en la cual se maquilló, a toda carrera, el acuerdo negado por el plebiscito. Acuerdo inmediatamente presentado al país y al mundo como un acuerdo nuevo, ya cerrado, sin posibilidades de cambios y sin haber sido consultado con los líderes de las mayorías, los ganadores de No. Poniéndole así conejo a medio país.
Al finalizar el evento en el Colón, Timochenko reafirmó lo dicho y propuso un candidato presidencial para el 2018: “alguien que garantice la continuidad del proceso”. Además, afirmó que no tenía que ser él.
¿A quién se refería? Acaso el candidato a la Presidencia ya fue pactado en secreto, a espaldas de todos. Nada raro. Esa ha sido la metodología preferida de Santos y sus agentes en estos seis años de negociaciones con las Farc.
A cambio de que las Farc aprobaran rápidamente algunos cambios y mucho maquillaje al acuerdo original, que supuestamente era inamovible e indiscutible, quizá, se les ofreció una participación en las candidaturas para dentro de dos años.
¿Es Humberto de la Calle el escogido como candidato de las Farc y de Santos? ¿Qué dirán otros aspirantes como Roy Barreras o el expresidente Gaviria, quien aspira obtener la Presidencia para su hijo? ¿Acaso les pusieron conejo también a ellos?
En sus declaraciones, Timochenko, muy sonriente, descartó su candidatura a la Presidencia. ¿Por qué? Mi cábala es que quizá la oferta fue la Vicepresidencia, algo más obtenible, a cambio de aceptar rápidamente todos los maquillajes hechos al acuerdo. Santos, como bien sabemos, necesita el Acuerdo de Paz finiquitado antes de llegar a Oslo a recibir el Nobel y de su visita al Vaticano.
Ofrecer la candidatura a la Vicepresidencia, en el 2018, a cambio de semejante proeza no es descabellado; Santos y sus negociadores han dado más por menos.
No en vano los de las Farc y sus amigos, como Piedad Córdoba, se veían tan felices, todos vestidos como nuevos ricos, esa noche a la entrada a la celebración en el Club de Ejecutivos.
Y así, de un día para otro, nos vemos ad portas de tener a Timochenko, u otro fariano, como candidato a la vicepresidencia, representando a los del Sí. A un centímetro de ser Presidente, sin haber siquiera cumplido con sus sentencias por las atrocidades a las que sometieron a Colombia durante 50 años de terror.
Y quien se le oponga será tildado de enemigo de la paz. ¿Es esta cábala acertada? Lo cierto es que aquí hay gato encerrado.