CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Junio de 2012

Descomposición moral y social

 

Varias de las noticias de las últimas semanas revisten un carácter altamente preocupante, pues están colocando al desnudo altos grados de descomposición moral y social. Tanto así que análogamente podemos decir que estamos ante una olla de presión que cada vez con más frecuencia y fuerza expulsa chorros descompuestos. Es más, hay evidencias para afirmar que la descomposición que estamos presenciando es más grave en lo cualitativo y cuantitativo que lo que alcanzan a registrar los medios de comunicación.

¿Exageración? Si así fuera ¿cómo entender que en poco más de una semana hayamos pasado del execrable atentado al exministro Londoño al abominable crimen de Rosa Elvira Cely y lleguemos al conocimiento de los últimos desenlaces del juicio por el asesinato de Luis Andrés Colmenares con la detención de Carlos Cárdenas? Saltamos de una tragedia a otra y eso que no se mencionan todas las noticias que incluyeron violaciones o muertes como aquella en la que perdieron la vida dos niños en Montañita (Caquetá), fruto de un ataque de las Farc a los policías que auxiliaban a una mujer que iba a dar a luz.

¿Cómo entender el brutal asesinato de Rosa Elvira? Es un crimen de los que “claman al cielo” para que la sanción sea proporcional a la sevicia de los autores quienes bien pueden catalogarse como seres vivientes peores que las bestias. Parafraseando a Aristóteles no pueden ser siquiera iguales a una bestia porque se degradaron más que cualquier animal haciendo caso omiso de su naturaleza humana, de aquella que les demanda ser “racionales” viendo en el otro -en especial si es mujer- un ser humano cuya dignidad, como la propia, hay que valorar y respetar profundamente. Con toda razón ese “basta ya” de las pancartas del rechazo colectivo se manifestó clamorosamente en las marchas de protesta dolorida ante un crimen que rebosa la copa de la violencia contra las mujeres.

Y como si fuera poco, démosle una mirada al comportamiento de miembros de la Policía y al injusto sistema de salud. Aunque Rosa Elvira llamó pidiendo auxilio a las 4.30 a.m., los policías solo la encontraran a las 6.20 y como al preguntarle si tenía seguro respondió negativamente, no la llevaron al hospital a dos cuadras de donde fue hallada, sino a uno mucho más lejos, donde la atendieron a las 10.30, cuando ya no había nada qué hacer. Esta indiferencia frente a una moribunda es un diciente tipo de ceguera ante la dignidad de la persona. Mucho me temo que si el herido hubiese sido un perro de la calle le hubieran salvado la vida pues estos no tienen posibilidad de estar o no asegurados.

Es imperativo que desde las familias y centros educativos inculquemos que nuestras mujeres son infinitamente más importantes que el medio ambiente o que el espacio público a los que, a veces, les prestamos más atención, olvidando que sin ellas no hay más vida, ni más familia, ni futuro posible.