Con lo que me quedo | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Diciembre de 2023

El año empieza a agonizar y la ilusión de un nuevo comienzo hace inevitable mirar hacia atrás y hacer balance. En esta turbulenta Colombia, hasta en los años más tranquilos pasan muchas cosas. No necesitamos grandes eventos apocalípticos para sentir que vivimos siempre al límite de lo posible.

Aquí, invariablemente, gobierne quien gobierne, siempre hay corrupción y extorsión; masacres, desplazamientos forzados y enfrentamientos armados. Aquí, más allá de la política y los políticos, la violencia contra las niñas y las mujeres alcanza proporciones inconcebibles. Pero también aquí, entre tantas cosas terribles que nos pasan, nace la esperanza de donde uno menos lo imagina y la vida irrumpe por encima de la muerte, y se hace energía vital e impulso incontenible. Con eso me quedo del año que se acaba, de eso se alimenta mi confianza en el futuro.

Me quedo con los acontecimientos de mitad de año. Con el coraje de los cuatro niños que sobrevivieron al accidente de la avioneta en que viajaban y a los peligros de 40 días con sus tenebrosas noches en la selva. Con la inteligencia de Lesly, que cuidó de sus hermanos menores y con el amor infinito de sus abuelos. Me quedo con el compromiso inquebrantable de los soldados y los indígenas, que nunca dejaron de buscarlos; y con su capacidad de escucharse y valorarse mutuamente, en sus diferencias.

Me quedo, definitivamente, con esta versión del Estado que cuida y que respalda a cuatro niños, ante los abusos y la violencia que pudiera infligir su propio padre y padrastro; me quedo con sus instituciones, sus mecanismos legales y sus funcionarios, hombres y mujeres. Me quedo con los abrazos en la calle, las lágrimas emocionadas y la alegría genuina de la gente cuando anunciaron que los habían encontrado. Y, por su puesto, me quedo para siempre con el sentido del deber de Wilson, el heroico perro rescatista que los encontró y los acompañó durante varios días, hasta que él mismo se perdió.

Me quedo, una vez más, con la asombrosa capacidad de este país de sacar lo mejor de las personas, aun en medio de las desgracias que le aquejan. Esta es la Colombia que necesitamos, la que nos merecemos y en la que deberíamos reconocernos. De todas las cosas que nos pasaron en este 2023, que ya se va, me quedo con la certeza de que podemos ponernos de acuerdo para afrontar problemas comunes. De eso se alimenta mi esperanza, con esa sensación recibo el año nuevo.

Son tiempos difíciles. En plena era de las comunicaciones y la inteligencia artificial, las brechas se acrecientan y la vida se hace cada vez más hostil para millones de personas en el mundo. La crisis climática, los enfrentamientos armados, la pobreza y el crimen organizado llevan al límite de lo posible la existencia. Son tiempos difíciles, pero aquí sabemos bien cómo sortear la dificultad. En esa capacidad de hacer las cosas juntos anida la esperanza de un nuevo comienzo y de una nueva oportunidad. Feliz año.

 @tatianaduplat