Nunca habíamos vivido en Colombia una crisis de liderazgo en los partidos y movimientos políticos del país como la actual.
En estos momentos el país requiere de compromiso y acción de sus fuerzas políticas para superar la crisis de la pandemia y en general del país; en el caso del coronavirus nos ha dejado un número muy grande de personas contagiadas. A la fecha, este número llega casi a un millón de personas, de los cuales por fortuna se han recuperado 850.000 pero desafortunadamente han fallecido cerca de 30.000. Esto, en un país con una alta cifra de desempleo y muchas empresas en crisis o desaparecidas, genera graves problemas económicos. Además de esto, no se ve liderazgo en la clase política colombiana sino, por el contrario, lo que se observa es ausencia de ideas y polarización política que lleva es a que los enemigos de la institucionalidad ganen terreno y provoquen un desorden que aprovechan políticamente para herir el Estado de derecho y lograr avances en su estrategia por llegar al poder. Así, buscan hacer cambios radicales a nuestro sistema económico y político, como otros lo han logrado en países como Venezuela.
¿Dónde está la acción de las directivas de partidos tradicionales como el Conservador, el liberal y los movimientos que se han desprendido de ellos, distintas a sus aspiraciones burocráticas?
Mientras tanto, aquellos que han sido comprometidos por casos de corrupción no han recibido el castigo ejemplar que requieren y muchos otros que después de haber recibido dineros corruptos recibieron castigos tan suaves que hoy ya los tienen en las calles disfrutando de la riqueza mal habida.
¿Qué se hicieron los idearios de los partidos y las estrategias en el cumplimento de objetivos que ayuden a sacarnos de esta triste crisis?
Por su parte, las fuerzas de izquierda están en plena acción, capitalizando el descontento, las angustias y las necesidades que hoy muchos sufren. Se encuentran promoviendo movilizaciones de inconformismo que les dan dividendos y les permiten lograr avances políticos.
Llegó el momento de exigir a los líderes de los partidos tradicionales responsabilidad, acción y la implementación de ideas que permitan, junto con el Gobierno, salir de esta encrucijada en la que estamos. De lo contrario vamos directo al abismo más profundo y a permitir el triunfo de fuerzas políticas que lo que quieren es transformar nuestro sistema económico y social para terminar igual que lo que están viviendo varios países de Latinoamérica.
Así mismo, hay que fortalecer nuestros compromisos para luchar contra los enemigos comunes, como son el narcotráfico y sus bandas de violencia, la corrupción y sus protagonistas, la pobreza y la desigualdad, la delincuencia común, los alzados en armas y aquellos que quieren llegar al poder a través de la destrucción y la promoción de la anarquía. Si no lo hacemos ya, posiblemente no lo podremos hacer en el futuro, porque ya será demasiado tarde.