En nuestra columna anterior pedíamos que los candidatos escogidos para enfrentar una segunda vuelta se dedicaran a presentar programas sustentables y proyectos realizables, con unas campañas ausentes de insultos, palabras ofensivas y descalificaciones superfluas. También que sería importante tener en cuenta la presencia de las redes con su inmediatez desbordada y capacidad de quimera, recurso urgente de direccionar, evitando mensajes salpicados de animadversión que pueden alterar el ambiente y enardecer los ánimos, petición atendida a medias, frustrando nuestra esperanza de análisis y razonamiento porque, en realidad, solo tenemos una salida y es escoger entre dos hombres que no podemos permutar ni modificar. De manera que el ideal es y será escoger a quien nos ofrezca un futuro patrio estable, renovado y promisorio.
La jornada presidencial de primera vuelta transcurrió en paz y tranquilidad con reconocimiento internacional, convirtiéndose en preludio positivo para este segundo evento que nos ocupa y colma nuestra atención por múltiples razones, reconociendo claro está, que al enfocarnos en una elección final, los ánimos se exacerban y el desespero está a flor de piel, situación que diferencia estos dos eventos con gran pertinencia, obligándonos a demandar mesura y compromiso de parte y parte, en bien del terruño y futuro patrio. Porque en la primera jornada las encuestas marcaban una diferencia a favor de Gustavo Petro, hecho que permitió tener una idea de cómo serían los resultados de este primer encuentro electoral, guarismos que para nada sorprendieron al electorado, direccionando el ciudadano a escoger que candidato debía enfrentar, como en realidad se está viviendo, en una segunda oportunidad al líder de la primera vuelta.
Ese es el corolario que hoy conocemos y razonamos cuidadosamente en aras de unas elecciones limpias, transparentes y en paz, pues sin mayores estudios estadísticos, sabemos que los simpatizantes de candidatos perdedores en la primera opción se sumarán a los finalistas, como de igual manera procederán algunos parroquianos indecisos, pues el panorama político en Colombia cambió totalmente, quedando el electorado sorprendido con ese fenómeno llamado Rodolfo Hernández, un ingeniero de Piedecuesta, departamento de Santander, que tras su experiencia como alcalde de Bucaramanga, aplicó para candidato a la Presidencia de la República y terminó ocupando el segundo lugar en las jornadas anteriores, generando un cambio radical en el andamiaje político del país, conduciéndolo en verdad a una disyuntiva de gran calado, pues nuestra patria se encuentra al portas de tomar la decisión más trascendental en los últimos años de su existencia democrática.
Ojalá las decisiones que tomemos sean las acertadas y quien reciba la responsabilidad de conducir el país lo haga sin odios, rencores ni ambiciones personales. Solo nos queda reconocer la posición patriótica de Federico Gutiérrez, quién sin contrariar la decisión del país respecto a su futuro político, anuncio votar por el candidato Rodolfo Hernández.