Del multilateralismo a los caprichos | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Junio de 2019

La negociación de los TLC y su implementación, se han vuelto especialmente riesgosos para países como el nuestro en la era Trump.

El actual Presidente de los Estados Unidos está cambiando a punta de caprichosas patadas todo el escenario del comercio internacional que con esmero y, no sin dificultades, se fue construyendo desde la finalización de la segunda Guerra Mundial.

Lo que le está sucediendo a México en este momento es especialmente aleccionador: con el arma de los aranceles se le amenaza para que tome tales o cuales medidas en materia de migraciones. Olvidando que los aranceles no están diseñados para modelar las políticas migratorias de los países. Haciendo un símil podríamos decir que la administración Trump está utilizando las tarifas y los aranceles como un instrumento extorsivo.

Toda la prensa europea por estos días coincide en señalar la molestia con la manera arbitraria como el Gobierno de Washington está utilizando los elementos de comercio exterior para imponer sus caprichos. Así lo viene haciendo con la China, con Corea del Sur, con Irán, con México por supuesto, y con tantos otros países que si no se pliegan a las disparatadas exigencias del señor Trump se ven enfrentados al riesgo de caer golpeados o por aranceles o por otras medidas distorsionadoras del comercio exterior.

Se está rompiendo así en mil pedazos el tejido multilateral que se empezó a forjar desde 1948 con la Carta de La Habana cuando se creó el GATT.

Todo este contexto hay que tenerlo en cuenta al estudiar los TLC en la era Trump. Hay que ser mucho más cuidadosos y desconfiados con los Estados Unidos que en el pasado sino queremos llevarnos sorpresas desagradables.

Por eso hay que aplaudir dos medidas que recientemente anunció el Gobierno colombiano y que van en la dirección correcta. La primera consiste en excluir el sector lácteo de la negociación con la Alianza del Pacífico, y muy especialmente con Nueva Zelandia. Este último país es un pequeño gigante de todo lo que tiene que ver con la producción de lácteos. Habernos metido en la Alianza del Pacífico a negociar este rubro hubiera sido probablemente un tiro en el pie que nos habríamos propinado.

La segunda medida tiene que ver con las medidas compensatorias al documentado dumping con el que nos están llegando las exportaciones norteamericanas de biocombustibles, que allá son producidos fundamentalmente a base de maíz. Por primera vez el Gobierno colombiano resolvió encarar este problema y le va a imponer a las exportaciones que vienen de los Estados Unidos, y que están agobiando a los productores nacionales, medidas compensatorias que, aunque transitorias, son de gran utilidad.

Los Tratados de Libre Comercio no se diseñaron para que nos llenaran las exportaciones, a menudo subsidiadas y desleales, provenientes de países que cuentan con una capacidad fiscal de subsidio y apoyo a sus industrias nacionales mucho más fuerte que las nuestras. Por eso los centroamericanos tuvieron la clarividencia que no tuvimos nosotros de excluir al sector lácteo de su Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

 

No hay que olvidar que las atolondradas medidas que viene tomando Trump en su comercio exterior, que consiste en subir atrabiliariamente los aranceles a terceros, que a su turno toman medidas retaliatorias como lo viene haciendo China contra las importaciones provenientes de los Estados Unidos, está generando primero un perjuicio grande a los consumidores de Estados Unidos a los que se les encarecen sus importaciones, pero también a ciertos sectores exportadores de este país.

Como sucede con el sector agrícola Norteamericano que es la primera víctima en la guerra comercial que está atizando el Señor Trump. Estas exportaciones agrícolas de los Estados Unidos que se ven imposibilitadas de llegar a los mercados de los países que están en primera línea en estos fuegos de la guerra comercial, buscan una salida desesperada hacia mercados mas débiles y emergentes como es el nuestro.

Por eso hay que ser especialmente cautelosos con el comercio exterior en esta época. El multilateralismo le está teniendo que ceder el puesto a los caprichos del Señor Trump.