EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Octubre de 2013

TOMANDO NOTA

Posdata a dos magníficas conferencias

Como lo afirmara con buen juicio el expresidente Samper en la presentación de los conferencistas Baltasar Garzón  y Eduardo Montealegre -en acto celebrado el pasado miércoles  en el Club de Ejecutivos, bajo el auspicio de la Corporación Escenarios-, no hay por qué desesperar en cuanto a considerar que el proceso de paz fracasó por la consideración de que al cumplirse el primer año de haberse iniciado, los negociadores solo han aprobado un punto de los cinco del temario. Puso de presente el expresidente que ninguno de los procesos de paz en el mundo han durado menos de tres años; afirmación cierta y que el presidente Santos debe tener en cuenta para no cometer el error de declarar terminadas las negociaciones de La Habana, acaso para hacerle eco a sus asesores de imagen que consideran “embolatada”su reelección si la paz no se firma antes de las elecciones presidenciales. En tratándose de imagen, mantenerse como líder de la paz trascendería más allá de la aspiración coyuntural de su reelección, lo cual, para su prestigio, tendría mayor relevancia a los ojos del mundo y de los nuestros que desistir de la búsqueda de  la solución del conflicto. Sería un fiasco enorme, y al país no se le deben seguir  acumulando frustraciones.

Pero en esta nota  no solamente queremos destacar los buenos consejos del expresidente Samper, sino llamar la atención sobre  la importancia de los planteamientos hechos  tanto  por el exjuez español, Baltasar Garzón, como por el fiscal Montealegre,  los dos encaminados a darle un aire de seria sustentación jurídica al proceso en marcha. Y de manera magistral lo hizo el fiscal Montealegre, en cuya exposición puso de presente cómo el argumento fundamentalista de la fiscal de la Corte Penal Internacional -cuando en carta reciente criticó aspectos de nuestro proceso de paz-, no correspondía  a una interpretación correcta del Tratado de Roma.     

La postura clara, ilustrada, además de valiente y desprovista de complejos tercermundistas de nuestro Fiscal General, merece hacer parte de la necesaria pedagogía por la paz que deberá   adelantarse en nuestro país para crear, en la conciencia ciudadana,  la certeza de que el diseño de nuestro proceso de paz bien merece la refrendación popular, pero no -lo decimos con todo respeto- dentro de los apremios electorales que, en desarrollo de una estrategia equivocada y adoptada a través de la ley que acaba de aprobarse, permite que el referendo coincida con las elecciones de Congreso o de Presidente de la República.

En verdad, por esa vía, hemos politizado en forma inconveniente el proceso de paz. Para decirlo en otros términos: al  colgar el referendo de dichas elecciones,  hemos dado un paso en  falso. Por eso  ya  se habla del “referendo de la discordia” (titular de El ESpectador de ayer), connotación derivada del enfrentamiento partidista alrededor de una iniciativa mal planteada. edmundolopezg@hotmail.como