Diariamente se destapan nuevos casos de corrupción en nuestro país. Este cáncer está incrustado en nuestra sociedad. En los índices de percepción de corrupción de Transparencia Internacional estamos por debajo de la media mundial y entre los más corruptos de nuestro continente. No es solo el caso de Odebrecht (al que el Banco Agrario le prestó $120.000 millones al DTF + 2 y sin garantía) el que, a nivel continental, corrompió las altas esferas gubernamentales y el caso de la ruta Ocaña Gamarra. Ya teníamos los incidentes, solo para citar a los más notorios, de los hermanos Moreno Rojas y de los Nule.
Según la Fiscalía, los delitos por corrupción contra la administración pública han estado creciendo a una tasa del 13,5% anual. En abril del año pasado había la descomunal cifra de 100.848 investigaciones por delitos contra la administración pública. En Medellín y Cartagena los edificios se caen y cientos de familias deben abandonar sus viviendas, en las que han invertido los ahorros de su vida, para evitar morir aplastadas, porque las autoridades municipales no han ejercido el control sobre constructores corruptos. Los ejemplos son innumerables. En estos días el centro de atención han sido los funcionarios relacionados con la aviación. Estuvo el caso del transporte de droga en vuelos fletados sin que tuvieran control alguno y quien sabe desde cuando se da esta clase de tráfico. Ahora se acusa a funcionarios de la Aerocivil de impedir que aviones de la fuerza aérea neutralizaran un vuelo de los narcotraficantes. (Es sorprendente que estos funcionarios tengan autoridad para interferir operaciones contra la delincuencia). Y la impunidad es solo una de las tantas formas de corrupción, es decir, de criminalidad. La extorsión, por ejemplo, es una forma más burda y parece extenderse. Vimos en la prensa esta semana que en Medellín las bandas criminales cobran extorsiones hasta para poder mudarse de casa o mediante rifas obligatorias; $700 le cuesta a un habitante de la calle dormir en un parque o en una acera.
¿Por qué este desbordamiento de la corrupción? Los sicólogos han elaborado numerosas teorías al respecto pero, indiscutiblemente, las bases de la ética se forman en el hogar y es allí donde el niño se forma moralmente. Padres que no dan el buen ejemplo a los hijos o predican lo contrario por carecer ellos de los principios correspondientes. Falta de formación de escuelas y universidades, impunidad por falencias de la administración de justicia, exigua sanción social, pobreza y desempleo. En esta época preelectoral no olvidemos que el surgimiento de Chávez se debió, en gran parte, a la corrupción de los partidos tradicionales y, parodiando a Santa Teresa, “tan culpable es quien peca por la paga, como quien paga por pecar”.