“Desempleo es el principal problema del país”
El alboroto que suscitó en el país la atolondrada y desde luego censurable declaración de Márquez – Santrich y compañía, distrajo la atención del país de los datos sobre desempleo correspondiente al mes de julio, que divulgó recientemente el Dane.
El desempleo sigue siendo acaso el principal problema del país. Y las últimas cifras así lo confirman.
El desempleo a nivel nacional alcanzó 10.7% en julio, lo que representa un punto porcentual más que en el mismo mes del año pasado.
Por cuarto mes consecutivo se sigue destruyendo empleo (es decir, el número de personas con empleo decrece con relación al mismo mes del año anterior). Es lo que se llama destrucción de empleo. En el mes de julio hubo 191.000 trabajadores menos.
Una de las paradojas de la situación del mercado laboral es que mientras la economía crece, aunque lentamente, durante los últimos meses se viene destruyendo empleo sistemáticamente.
El analista Jaime Tenjo (El Espectador 4 de septiembre) sintetiza muy bien la situación de la siguiente manera: “Lo que está sucediendo es que al mismo tiempo que la economía crece, aunque lentamente, se están destruyendo empleos. Los datos del Dane muestran que en los dos trimestres de este año el PIB creció más o menos 3% cada trimestre. Sin embargo, durante los últimos cuatro meses (abril, mayo, junio y julio) se destruyeron empleos en un promedio de 320.000 mensuales, aproximadamente, con respecto a los mismos meses de 2018”.
Y la tasa de participación sigue disminuyendo, es decir, la gente parece estar cansándose de buscar empleo. Es una tendencia que se observa desde 2015, al paso que el número de migrantes venezolanos sigue aumentando (1.400.000) sin que este factor sea el único que explique las dificultades del mercado laboral.
Ha llegado la hora de que el gobierno reconozca la gravedad de este problema, que no lo soslaye como en cierta manera viene haciéndolo, y adopte drásticamente medidas acordes con la magnitud del problema del mercado laboral.
En esta semana que pasó ya empezó a actuar, ampliando los subsidios y facilitando créditos para la adquisición de vivienda. Y eso está bien. En este campo de la vivienda lo que se echa de menos es que el gobierno no se atreva a derogar el impuesto del 2% con que a partir de la última reforma tributaria se gravaron todas las transacciones inmobiliarias que pasan por notaria; impuesto que tiene virtualmente paralizado el mercado inmobiliario.
Tampoco se entiende que sectores estratégicos para la generación de empleo como sería la construcción y mantenimiento de vías terciarias, incluidos contratos de pica y pala, resulten gravemente afectados en el proyecto de presupuesto 2020 que actualmente estudia el Congreso.
Con el cabeceo de la inflación que se registró últimamente es muy improbable que en los próximos meses el Banco de la República baje las tasas de interés. Con lo cual el único instrumento para reactivar masivamente la demanda interna y el empleo es la política fiscal. De allí que resulte sorprendente, por decirlo menos, que las partidas de inversión del presupuesto nacional para el próximo año en vez de crecer, decrezcan. Ojalá esta anormal situación se corrija durante la discusión del presupuesto del año entrante.
Y desde luego las medidas estructurales y de fondo para flexibilizar el mercado laboral siguen esperando su anuncio y aplicación. Se ha dicho que se han creado comités especiales para estudiarlas. Pero con la dinámica negativa que por cuarto mes consecutivo registra el mercado laboral, dichas reformas no dan espera. Deberían convertirse en la gran prioridad nacional de ahora en adelante.