La semana pasada presenciamos lo que podría denominarse un “falso positivo bueno”. Inicialmente el Ministerio de Hacienda le envía una carta a las entidades de la justicia transicional anunciándoles que su presupuesto será recortado en un 30%. Posteriormente el Gobierno se reúne con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que estaba de visita en Colombia. Y allí anuncia que echa para atrás la decisión inicial de recortar de manera tan drástica el presupuesto de la JEP.
No sonaba lógico que cuando el programa de inversiones del Plan de Desarrollo para el cuatrienio 2019 – 2022 se presentó con bombos y platillos como el más ambicioso que nunca se había diseñado en Colombia, hubiéramos empezado a recortarlo en rubros estratégicos como el de la paz.
Recuérdese que en el Plan de Desarrollo se habían previsto (sería mejor decir, se habían “apuntado”) inversiones para el cuatrienio superiores a mil cien billones de pesos. Y que para los programas atinentes al desarrollo de los acuerdos de paz se mencionan inversiones cuatrienales por 37 billones de pesos.
Esto lo que empieza a demostrar es que mientras en el Plan de Desarrollo el programa de inversiones públicas se pensó y se escribió “con el deseo”, el presupuesto para el 2020 se está teniendo que trabajar “con las duras realidades fiscales”; realidades que se distancian cada vez más del programa de inversiones del Plan de Desarrollo.
En Colombia -de acuerdo con la Constitución Nacional- no se puede gastar un solo peso que no esté autorizado en el presupuesto nacional. Es decir, en el Plan de Desarrollo se pueden apuntar cuantas cifras faraónicas se quiera, pero solo se puede ejecutar lo que el presupuesto anual autorice.
El Gobierno parece haber caído en la trampa que él mismo construyó. De una parte, sin mayor sindéresis fiscal, fue incluyendo en el plan cuatrienal de desarrollo cuanta cosa se le ocurrió y cuanta inversión le propusieron. Esto llevó a que el Plan de Desarrollo haya resultado un abigarrado documento de más de mil páginas que, de otro lado tiene inversiones “cantadas” para el cuatrienio de más de $1.100 billones. La pregunta obvia es, ¿de dónde va a salir la financiación de semejante programa de inversiones?
El intento fallido de recortar al presupuesto 2020 de las entidades de la justicia transicional empiezan a dar la respuesta. Simple y llanamente el programa de inversiones del Plan de Desarrollo no se acompasa con las disponibilidades fiscales del país. Ha servido para hacer anuncios fantásticos, pero cuando se acerca la hora de presentar el presupuesto anual de inversiones a consideración de las cámaras la desilusión empieza a ser mayúscula. Esta desilusión será aún mayor a medida que se expliciten las diversas partidas del presupuesto de inversión del 2020.
Estamos aterrizando entonces a la dura realidad: Los anuncios fantasiosos de inversiones públicas para este cuatrienio están teniendo un aterrizaje de barriga en el áspero aeródromo del presupuesto nacional.
La noticia del recorte del 30% hubiera dado también pie para que quienes están acusando al Gobierno Duque de no estar suficientemente comprometido con la puesta en marcha de los acuerdos de paz, hubieran encontrado un nuevo y fundamentado argumento para seguirlo diciendo.
La experiencia internacional muestra que si bien es cierto el periodo de posconflicto se extiende por 10 o 15 años después de dar por terminado un conflicto, es indispensable el “momentum” político y financiero desde los primeros años. El mensaje de recortar 30% del presupuesto de la JEP del año entrante (con relación a los niveles que se están ejecutando en 2019) era desafortunado. En vez de agregarle dinamismo le hubiera transmitido desánimo al compromiso político de adelantar un post conflicto rotundo desde los primeros años.
Cuando llegue al Congreso en los próximos días el proyecto de presupuesto de inversiones para el año entrante habrá un crujir de dientes. Si el recorte del 30% que ahora se está retirando para la JEP, se hace extensivo a la salud y a otras inversiones de carácter social, el grito de inconformidad será generalizado. Ya se anuncia por ejemplo un fuerte recorte de 3 billones para Invías.
La discusión del programa de inversiones en el proyecto de presupuesto 2020 va estar pues para alquilar balcón.