Europa: solamente un respiro | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Marzo de 2017

Los  resultados de las elecciones celebradas el pasado miércoles en los Países Bajos fueron recibidos como un bálsamo por liberales y progresistas (y en todo caso, demócratas y europeístas) del Viejo Continente.  Unos y otros miraban con recelo el ascenso de Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad, y encarnación quintaesenciada del populismo chovinista e islamófobo que por estos días se exhibe, con total impudicia, por algunas calles y parlamentos de varios países europeos.

Estos comicios no habrían tenido mayor resonancia si no fuera porque en el calendario electoral europeo anteceden a las elecciones presidenciales francesas (el próximo 23 de abril, con una probable segunda vuelta el 7 de mayo) y a las federales alemanas (el 24 de septiembre).  Para muchos, el giro que pudiera tomar la política neerlandesa podría presagiar tendencias en estos y en los demás países de la Unión Europea y, en el peor de los casos, impulsar un efecto dominó tan nefasto como indeseable.

Pero contra todo pronóstico -como ya es usual cuando el pronóstico lo hacen las encuestas- y aún contra el telón de fondo de una crisis diplomática entre Ámsterdam y Ankara que hubiera podido jugar a su favor, Wilders obtuvo apenas el 13% de los votos.  Ese resultado le representa 20 escaños en el Parlamento  -5 más de los que consiguiera en 2012-, pero no le alcanza para liderar la formación del nuevo gobierno.  Esta tarea titánica le corresponderá al actual primer ministro, Mark Rutte, quien celebró su victoria (o más bien, la derrota de su pertinaz adversario) proclamando: "Hemos parado al populismo equivocado" (sic).

Bien está que liberales y progresistas (y en todo caso, demócratas y europeístas) respiren tranquilos.  Habría sido terrible que Wilders y los suyos ganaran, incluso aunque se vieran forzados luego a gobernar en coalición -como es habitual en el fragmentado sistema político de los Países Bajos-.  Habría sido terrible que transmitieran un mensaje triunfalista a sus émulos del Frente Nacional o Alternativa por Alemania.  Habría sido terrible, incluso, que aún sin ganar, se hubieran convertido en invitados forzosos del nuevo gobierno.  A fin de cuentas, a los populistas les basta con encontrar una grieta, aunque sea estrecha, por la cual colarse en las instituciones.

Sin embargo, nadie debería dar nada por sentado.  El discurso de Wilders ha calado. Un millón largo de holandeses le ha votado.  Algunos de sus contendores han prohijado temas de su agenda e imitado su tono. Y sobre todo, ni él ni los suyos se han dado por vencidos. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales