GABRIEL ORTIZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Octubre de 2013

BLANCO Y NEGRO

“Desnudatón” en Bogotá

La  empelotada de los estudiantes, que ahora se denomina “desnudatón”, no puede considerarse como una protesta edificante para la sociedad, para los universitarios y mucho menos para la niñez que empieza, o está próxima a ingresar a las aulas escolares. Las empelotadas están de moda, pero ello no quiere decir que se puedan constituir en formas de reproche, indignación e inconformidad y mucho menos por parte de quienes son el futuro de una comunidad.

Cuando los maestros se indignaron por allá en los años 60, marcharon desde Santa Marta hasta Bogotá, llegaron al Palacio de San Carlos y le manifestaron sus protestas al presidente Valencia, negándose a descubrir sus cabezas, señal de respeto de la época, la cosa empezó a corromperse en nuestro país. Los maestros eran las personas más respetables que existían y desde entonces comenzaron a perder esa posición. Hoy, salvo contadas excepciones, poca dignidad inspiran.

Sus dirigentes, consideraron como una gran conquista laboral, intervenir en el pensum, logrando la eliminación de las formas constructivas que ayudaban a los escolares a aprender las más elementales formas de comportamiento ciudadano. No más educación cívica, no más urbanidad, no más formación ciudadana, no más buenas maneras, no más respeto general.

Por ello, ahora nos encontramos con una sociedad en la que complacientemente florecen la corrupción, la deshonestidad, el cohecho, el soborno, el abuso, la violencia, el matoneo y toda suerte de vicios. Nos oponemos a la convivencia, a la paz, a las buenas costumbres, al orden, a la justicia social.

Irrespetamos los más sagrados símbolos patrios, miramos con admiración a los vivos, anhelamos el enriquecimiento ilícito, no cedemos el asiento a las damas, hemos degenerado el idioma. En los medios es usual utilizar vocablos no aptos para menores. Nuestras producciones de televisión ensalzan la mediocridad y la vulgaridad. Convertimos en prohombres a los peores criminales que han despedazado nuestra sociedad.

Si regresáramos a las épocas anteriores a la marcha Santa Marta-Bogotá, otro sería el cantar. No tendríamos esta guerra que muchos quieren que continúe, la corrupción no sería tan campante, respetaríamos a la sociedad y no habría necesidad de las empelotadas, ni “pegarle en la cara M”. Otra sería esta patria, así me tachen de retrógrado.

Blanco. Un gran paso da la Cámara de Comercio de Ibagué, al designar al colega Silverio Gómez en la Presidencia. Felicitaciones.

Negro. Las curadurías. No tienen sentido. No vigilan. No actúan.