GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT VARGAS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Mayo de 2012

Del General al Senador

 

Muy comentado el caso que sin proponérselo cubrió al general Óscar Pérez, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, con el senador Eduardo Merlano. No voy a recodar los hechos porque son totalmente conocidos por el país, pero es importante que miremos detenidamente los resultados de una actuación policial tan normal y rutinaria, efectuada al mencionado senador.

La institución Policía Nacional, en el período de formación, capacita a sus hombres para llevar a cabo procedimientos ceñidos a las circunstancias que rodean determinados hechos, actuaciones ajustadas a un protocolo, donde los hombres deben observar la mayor consideración y respeto hacia el ciudadano. Cuando estas recomendaciones no se observan los mandos toman las medidas correctivas contempladas en las normas, todo soportado en un reglamento disciplinario que contiene las alternativas para sancionar faltas a los principios que fija el profesionalismo policial; igualmente en este campo, la Policía se obliga a defender y representar sus hombres cuando son blanco de calumnias, atropellos e irrespetos, defensa que emerge de una investigación donde se aclara la actuación policial. Infortunadamente en el caso que nos ocupa se violentaron estos protocolos y terminó Óscar Pérez, un general comprometido con el servicio como el que más, acompañado de una excelente hoja de vida e imagen aplaudida por la ciudadanía, en el ojo del huracán, impulsado por su afán de controlar la conducta del personal bajo su mando; pierde la institución un gran oficial y el país un General que ha costado esfuerzo y tiempo formar, ¡lo más grave sin fórmula de juicio¡ Tras estos casos, la investigación de que hablamos anteriormente es muy, pero muy, breve y sumaria.

En cuanto al senador, qué pena, pero le faltó esa instrucción institucional, “donde los parlamentarios deben observar la mayor consideración y respeto por los policías” en servicio, independiente de si cometieron error, contravención o delito. Por otro lado, y basado en la experiencia, créanme que para un Comandante es muy difícil manejar los procedimientos con representantes de los poderes residentes en su jurisdicción, pues así como existen personalidades admirables, respetuosas de las organizaciones y la ley, sobradas en señorío, buenas maneras y don de gentes, también se dan perfiles exigiendo trato preferencial que seguramente merecen -nadie lo duda-, pero con arrogancia y gran facilidad se exceden en demandas reclamando explicaciones ante el desconocimiento de los uniformados sobre su persona o investidura, hechos nacidos en operaciones de rutina como requisas, retenes e identificación de personas. No me imagino al senador Merlano telefoneando o haciendo llamar al General para presionar un pronunciamiento en contra de sus hombres por el irrespeto a su persona o desconocimiento de investidura. Ojalá este episodio sirva de análisis, formalizando y aterrizando impasses nacidos de actuaciones intolerantes, donde siempre pierde la institución.