HORACIO SERPA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Junio de 2012

Ojalá el Congreso lo piense bien

 

Leí en El Espectador los comentarios del Observatorio Nacional Permanente de la Justicia sobre la Reforma Constitucional que tramita el Congreso en su último debate y me parece que nuestros congresistas debieran prestarles mucha atención. Entre varias cosas de importancia dicen que 18 senadores y 16 representantes por investigaciones sobre parapolítica y 16 senadores y 23 representantes en trámites sobre pérdida de investidura, tienen incompatibilidades con su contenido. Por tal, aseguran, el trámite resulta inconveniente.

Puede decirse que no hay ilegalidad. Pero el Congreso tiene una dignidad que defender y debe darle ejemplo al país de pulcritud, corrección y transparencia. No en vano es el más auténtico vocero de la voluntad popular. Un comportamiento diáfano se impone, hoy más que nunca, dados los aconteceres judiciales que tanto lo ensombrecen.

Digo lo anterior porque quiero y respeto al Congreso Nacional, en cuyas Cámaras me pasé gran parte de mi vida política. Conozco de primera mano su importancia y lo que vale para que opere la democracia. Me han dolido los casos que lo afectan y de manera constante y consciente defiendo sus actividades y en general las actuaciones de sus miembros. Pero hay asuntos, comportamientos, trámites y decisiones difíciles y aun imposibles de comprender y de explicar.

Este proyecto de la Reforma Judicial tiene muchos críticos. Entre ellos instituciones de respeto y personas de consideración, que han opinado con responsabilidad en el sano propósito de evitar que se cometa una grave equivocación.

Hay que proteger a la Administración de Justicia y garantizar la independencia por la que se abogó con tan recto criterio en la Constituyente. Aumentar el período de los magistrados y ampliarles el tope de la edad de retiro forzoso puede ir en esa dirección. Pero aprobar que esos cambios operen inmediatamente y volver al antiguo sistema de cooptación, desdibuja el correcto propósito de la Reforma, en el cual hay que creer.

Cercenar las funciones de la Sala Penal de la Honorable Corte en estos momentos, autorizar la privación policial de la libertad, la presencia permanente del Ministro de Justicia en la Sala de Gobierno Judicial, establecer trámites de gobierno para el manejo del Presupuesto de la Rama y atribuir funciones judiciales a empleados administrativos, por ejemplo, son aspectos que no se consideran vitales o son mal vistos por importantes sectores ciudadanos.

Una observación en boca de mucha gente es la de que la Reforma nada importante dispone en relación con sus principales quebrantos: la congestión y la mora.

Seguramente el Congreso ya estudió estos y los demás puntos que han sido objeto de debate público y su conclusión sea la de que no son razonables. Santo y bueno. Pero es importante que examinen bien lo que piensa la gente. “El palo no está para cucharas”.En mi largo trasegar por la vida pública aprendí que “en política las cosas no son como son, sino como parece que son”.

Y esta Reforma Judicial, al menos, parece ser innecesaria, acomodada y mala.